Fritz Du Bois, La opinión del director
El Gobierno debe de estar celebrando entusiastamente el día de hoy ya que tiene el sentimiento paternal muy desarrollado. Pero lo tiene enfocado hacia el lado equivocado ya que es evidente que Humala y la primera dama creen fervorosamente en ‘Papá Estado’. Así tenemos que el mandatario es de los que considera que cualquier activo estatal que se venda siempre será malbaratado. Ello es porque no entiende al mercado y se le escapa la sutileza de que, en manos del sector privado, estos siempre son mejor aprovechados. Por ejemplo, los enormes cuarteles en los cuales él jugaba fulbito cuando se convierten en hoteles o centros de convenciones son mucho mejor utilizados, lo cual se refleja, sin duda, en un valor más alto.
De cualquier manera, después del comentario de ayer sobre las ‘valiosas’ propiedades del Ejército, es difícil esperar progreso en la promoción de la inversión durante este mandato. Aunque mientras no expropie o estatice algo, podemos sentir el alivio de que no estamos retrocediendo, pese a que es claro que tampoco estaremos avanzando. En realidad, es bien extraño el tratar de sentirnos satisfechos por estar estancados. Por otro lado, el énfasis en los programas asistenciales también denota una preferencia perversa por empujar a una porción vulnerable de la población hacia una enfermiza dependencia con el Estado. Más aún, esos esquemas tenían mucha lógica hace 10 o 15 años, cuando eran pobres la mayoría de peruanos y no había aún suficientes puestos de trabajo.
Sin embargo, en la actualidad, con un mercado laboral que se sigue incrementando, la prioridad debería de ser el ayudar a sacarlos de la pobreza capacitándolos para que puedan ser empleados en lugar de simplemente subsidiarlos. En esas circunstancias, el Ministerio de Educación debería de ser mucho más importante que el de Desarrollo Social, pero el Gobierno ha decidido echar el primero al tacho al entregárselo al sindicato. Mientras que el segundo sector parece estar mal enfocado tratando de copiar el modelo brasileño, que hace ya algunos años se ha entrampado. No dio para más la mezcla de asistencialismo, estatismo y corrupción. Por lo que Brasil se separó de los países exitosos de la región y sus pobres resultados lo están acercando lamentablemente a los países que están camino al despeñadero o a una recesión en todo caso.
Incluso, si lo que busca la pareja presidencial son votos para la reelección conyugal, tendría más sentido acelerar el crecimiento para que mejoren los ingresos de la enorme mayoría del electorado, en lugar de concentrarse en un sector minoritario que se está reduciendo y que todos deseamos que, eventualmente, desaparezca encontrando empleo adecuado.
Por lo que uno se pregunta ¿Qué harán en el futuro para mantener ese bolsón electoral por el cual tanto están gastando? ¿Frenarán el crecimiento económico para asegurar que no desaparezcan los pobres que dependen de ‘Papá Estado’?
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