Fritz Du Bois,La opinión del director
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Por tanto, no es sorpresa que la última vez que ello ocurriera fuera hace 598 años. Más aún, en los últimos dos casos los motivos de los que renunciaron fueron totalmente opuestos. Por un lado, Celestino era un asceta y había vivido en una cueva, por lo que no soportó el Vaticano y decidió abandonarlo. Lamentablemente, su intención de pasar sus últimos años como ermitaño le fue negada por su sucesor quien lo detuvo y así murió encarcelado. Mientras que Gregorio XII no era ningún ermitaño sino todo lo contrario; era un conspirador veneciano que llegó a compartir con otros dos pontífices su breve y conflictivo reinado.
¿Qué motivo habrá llevado a Benedicto a renunciar? ¿Habrá sido el deseo de aislarse del mundanal ruido como Celestino o como en el caso de Gregorio, el resultado de intrigas en el Vaticano? Difícil saberlo, pero que abundarán teorías de todo tipo es un hecho asegurado. Así tenemos que unos recordarán al Banco Ambrosiano, mientras que otros especularán acerca del mayordomo del Papa que robó documentos secretos y hoy está preso. Incluso, luego del Código Da Vinci es evidente que las historias de conspiraciones papales tienen un mercado.
De cualquier manera y al margen de todo lo que se estará especulando, lo cierto es que la voluntad de desprendimiento que ha mostrado el Papa, así como la señal de santidad que está dando al dejarlo todo para pasar sus últimos años en un claustro, va a ayudar a fortalecer la mística de los creyentes, lo cual es muy necesario. En realidad, en el mundo actual donde las religiones se confunden con el conformismo y la habitualidad, olvidamos con facilidad que el inicio de todas ellas fue el desinterés en lo material y la búsqueda de lo espiritual. Benedicto, con su gesto, nos lo está recordando.
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