Fritz Du Bois,La opinión del director
Mañana, Humala estará ingresando al tercer año de su mandato y no queda claro hacia dónde quisiera enrumbarlo. Ello debido a que los últimos meses han sido traumáticos, por una serie de errores que cometió, lo que ha llevado a que la confianza empresarial se haya prácticamente evaporado mientras su aprobación se ha desplomado. Incluso la pareja presidencial se ha visto obligada a descartar la reelección conyugal que era, sin duda, su proyecto de mediano plazo tratando –en vano– de calmar a los ciudadanos.
Por otro lado, la mayoría de partidos en el Congreso –con el oficialismo liderando– tuvieron que dar marcha atrás luego de que fueran descubiertos en una escandalosa repartición de cargos. Con lo cual la credibilidad de la clase política ha descendido a uno de sus niveles más bajos. En ese contexto nos preguntamos si nos espera un periodo dramático en un país que parece convulsionado.
La respuesta es que estamos exagerando pasando de un entusiasmo desbordante a una depresión paralizante demasiado rápido. En realidad, el ensordecedor ruido político que se ha generado últimamente tiende a dar la impresión de una peor situación de la que en realidad estamos enfrentando. Para empezar, todavía un tercio de peruanos espera que su economía familiar continúe mejorando, mientras solo uno de cada diez encuestados piensa que irá empeorando. Por lo que tenemos desde el consumidor un optimismo mayoritario.
Por otro lado, los indicadores económicos, si bien se han descompuesto, aún nos siguen resaltando. Un crecimiento del orden de 5.5% este año es bien decepcionante frente a lo que hace solo un par de meses se estaba esperando, pero no es tan malo en un mundo que se está desacelerando.
Incluso mantendremos un superávit fiscal, por lo que el Gobierno no tiene justificación alguna para acosar a empresarios o para aumentar impuestos que ya son bien altos. Más bien, lo que tiene Humala, a diferencia de otros gobernantes, es la posibilidad de lograr incrementar la inversión del sector privado. En el actual escenario, el materializar antes de fin de año la cuarta parte de los innumerables proyectos que el Gobierno viene pregonando sería un golazo. Así que habría que ponerse a trabajar con urgencia para concretarlos.
Finalmente, en el lado político la aprobación del mandatario a esta altura del partido es ligeramente superior a la de su antecesor, por lo que aún tiene margen para seguir avanzando. Es muy temprano para caer en la mediocridad de quedarse estancado esperando que las cosas no se sigan deteriorando.
Al contrario, debería tomar la iniciativa y proponer a la oposición un pacto para el crecimiento, del cual depende el bienestar de los peruanos. Más aún, no podemos correr el riesgo de que este gobierno nos lleve a una sensación de recesión y que, por ello, todos los políticos sean castigados por el electorado. En ese caso, ¿se imaginan qué tipo de outsider nos podría estar esperando?
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