Stella Umeh,Trapecista
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com
El Cirque du Soleil, el espectáculo circense más impresionante del mundo, llegó a nuestro país hace un mes pensando en presentar durante solo tres semanas Varekai, su celebrado número sobre un ‘ángel caído’. Gracias a la acogida del público prolongó su permanencia en Lima por dos semanas más. Este 24 ofrecen su última función en la carpa que han instalado en el Jockey Club. Antes de verlos partir conversamos con Stella Umeh, bella, simpática y diestra trapecista que formó parte del equipo olímpico de gimnasia que Canadá presentó en las Olimpiadas de Barcelona 92.
Eres una deportista olímpica.
Sí. Durante nueve años pertenecí al equipo olímpico de Canadá. Del 92 al 94 fui campeona nacional y, por eso, participé en las Olimpiadas de 1992.
Las de Barcelona…
Sí. Adoro Barcelona, es una ciudad preciosa –me encantan el catalán y la cultura del lugar– y, además, para mí es la ciudad del amor. Allí me enamoré del que hoy es mi esposo, un australiano que también trabaja en el Cirque du Soleil, pero no como artista: es electricista.
¿Dónde hay más exigencia: en un equipo olímpico o en el Cirque du Soleil?
Son exigencias distintas. El grado de intensidad y el nivel de dificultad es muy grande en ambos espacios. En el Cirque du Soleil, además de las destrezas físicas y deportivas, hay que mantener, todos los días y a lo largo de varios años, un altísimo nivel de actuación; en cambio, como gimnasta la exigencia estaba focalizada en la competencia. El entrenamiento previo era muy duro, pero después del certamen la intensidad se reducía.
En las olimpiadas competías por ti y por tu país; en el Cirque du Soleil eres parte de un espectáculo colectivo…
Así es. Cuando era gimnasta mi entrenamiento y la competencia eran individuales pero, claro, los resultados que obtenía afectaban al equipo. Por eso tenía un compromiso colectivo porque, además, representaba a mi país.
¿La disciplina de un gimnasta de alta competencia es hitleriana? ¿Es verdad que sacrifican hasta su vida personal?
Bueno, el mito existe. Se dice que cuando uno compite los atletas nos levantamos, nos acostamos y hasta soñamos con la competencia por venir, que nuestra mente está puesta solo en ella. Esto me pasó durante un tiempo, pero con los años y la experiencia que da la vida aprendí a manejar esta tensión, y así pude respirar, vivir y, ser, a la vez, una atleta competitiva. Recuerda, fui gimnasta durante 17 años; como artista llevo 13. Uy, creo que ya todos podrán adivinar mi edad (risas). Debo agradecer que he hecho siempre tareas que he amado y que aprendí a diferenciar –y a manejar– el territorio de mi trabajo con el de mi vida personal. Yo soy metódica, y así como juego duro y mis placeres son intensos, también trabajo duro.
Amas lo que haces, pero, sin diplomacia, ¿qué disfrutaste más: la gimnasia o el circo?
Es una respuesta muy difícil porque se dieron en etapas distintas de mi vida. Para llegar a donde estoy hoy tuve que pasar por varios tareas previas: la danza, la gimnasia. Sin ellas no sería lo que soy.
Si tuvieras un hijo, ¿qué etapa de tu vida te gustaría que conociera primero?
A mi hijo le mostraré mis zapatos, y le diré que con ellos aprendí a caminar por las varias etapas de mi vida. Es decir, yo quiero que mi hijo conozca todo de mí. Además, te aclaro que mis zapatos son espectaculares (risas).
¿Estar en el Cirque du Soleil es un sueño cumplido?
Yo vi por primera vez al Cirque du Soleil cuando tenía nueve años. Entonces, me dije: “Wow, yo quiero que este sea mi futuro”. Encima, hoy hasta me pagan (risas). Yo lo veo así: Si uno hace las cosas bien, luego es recompensado.
¿Sientes que eres parte de una élite, que aquí están los mejores artistas de circo del mundo?
Estoy orgullosa de poder decir que formo parte de un grupo de artistas que ha tenido el privilegio de tener este trabajo; uno que te permite viajar por el mundo, salir al escenario y, todos los días, jugar con el público y, así, ser recompensado con un aplauso. Sí, es un trabajo, pero como lo disfruto tanto, no lo veo como tal. Créeme, yo me divierto mucho.
¿Cómo te sientes en Varekai?
Es la segunda vez que estoy en un espectáculo del Cirque du Soleil, y siento que es un show que te llena todos los sentidos. De Varekai me fui, pero he regresado tres veces (ríe), algo que no me ha pasado nunca antes, es decir, tengo una conexión especial con el show, porque es verdad que, así como hay destreza atlética en la obra, también hay mucho humor y, sobre todo, magia.
¿Es este el mejor espectáculo del Cirque du Soleil?
Yo no puedo responder a esa pregunta, lo que sí puedo decir es que es la obra que está más cerca de mi corazón.
AUTOFICHA
- Durante 17 años hice gimnasia. Empecé a los seis años. Llevo 13 años como artista de circo. Varekai es mi segundo montaje en el Cirque du Soleil. Me encanta.
- Estoy casada con un australiano que es electricista y que también trabaja en el Cirque du Soleil. No, no soy madre aún, pero no lo descarto.
- Estoy orgullosa de estar en el Cirque du Soleil, de tener este trabajo; uno que te permite viajar por el mundo, salir al escenario y, todos los días, jugar con el público.
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