Hace tres años, Chile instauró el voto voluntario. En su momento, la derecha tradicional (UDI) se opuso, pero se generó un mayoritario consenso en el resto de fuerzas a favor de su implementación. Dos elecciones después (una municipal y una presidencial), se debate el retorno del voto obligatorio, ya que la participación electoral cayó al 50% y las autoridades elegidas sienten la pérdida de legitimidad. ¿Qué convendría en el caso peruano?
Como buen liberal, soy partidario del voto voluntario. Pienso que es la única manera de construir una sociedad de ciudadanos responsables. Vemos que la gente va obligada a votar y entiende el voto como una venganza, no como un derecho. Va a vengarse de los políticos y elige a los peores y no a los mejores. Sí existe el peligro de que la gente no acuda a sufragar, pero eso obliga a los políticos a actuar con responsabilidad para atraer a los ciudadanos a las ánforas. El cambio es imperativo para la salud democrática y la construcción de estado de derecho a largo plazo. El voto voluntario es siempre mejor y el ejemplo es Estados Unidos. Hay que actuar con valentía. Tiene que ser un debate claro y transparente. Si la gente no va a votar, la desaprobación es a todos los políticos. Pienso que (los políticos) tienen miedo a quedar en evidencia como ilegítimos. Ellos ya están totalmente deslegitimados, el Congreso es el hazmerreír del país y los gobiernos, unos tras otros, terminan en un profunda crisis de popularidad, pero que está encubierta detrás de una ficción que es la obligatoriedad del voto.
Solo desde el año 2010, el proyecto para eliminar el voto obligatorio fue rechazado tres veces en el Congreso.