Sí, es difícil de creer. Pero así es la realidad. Pese al mal servicio, al maltrato, a que ponen en riesgo –a diario– la vida de los pasajeros, los limeños insisten en emplear las cústers y las temidas combis como el principal medio para ir a sus trabajos, llegar a sus centros de estudios o –de no mediar algún inconveniente o ‘accidente’– retornar a sus casas.
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