Es duro aceptar que los hijos crecen. El drama llega a tal punto que resulta común que muchos padres no sepan cuándo ni cómo poner límites a la privacidad.
Es duro aceptar que los hijos crecen. El drama llega a tal punto que resulta común que muchos padres no sepan cuándo ni cómo poner límites a la privacidad. El problema es especialmente crítico en la adolescencia. Los chicos atraviesan una etapa de descubrimiento que poco a poco va configurando su nuevo mundo privado. Aparecen gustos, intereses y hasta “paltas” existenciales, los cuales permanecen ocultos ante los ojos de los padres. Es lo normal.