Renato Cisneros tuvo que despertarse muy temprano por varios años de su vida. Primero para ir a la escuela, a la universidad, conducir un programa de radio, trabajar en un diario y en televisión. Hoy, luego de los ocho años de trabajo que su novela de autoficción La distancia que nos separa le exigió, levantarse a las 6:30 a.m. es un recuerdo de aquellos días en que decidió escribir y solo escribir.