(Bangkok/dpa)
La junta militar de Tailandia disolvió hoy el Senado, una de las últimas instituciones que permanecían libres de la intervención desde el golpe de Estado del pasado jueves, con lo que el líder del Ejército, Prayuth Chan-ocha, asume también el poder legislativo del país.
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El portavoz del Consejo para la Paz Nacional y el Mantenimiento del Orden, Winthai Surawee, anunció en un discurso en televisión la disolución de la Cámara alta con sus 150 senadores (la mitad elegidos y la otra mitad designados). La Cámara baja fue disuelta tiempo antes del golpe y estaba previsto elegir una nueva el 20 de julio.
Prayuth se hizo con el poder en un golpe incruento tras el fracaso de las conversaciones de mediación entre el gobierno y la oposición, anunciando nuevas elecciones y reformas, aunque sin concretar cuánto durará ese proceso.
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El golpe militar derogó la Constitución pero había dejado hasta ahora en vigor el Senado, en lo que los analistas habían visto una posibilidad de que fuera esa Cámara la que nombrara a un futuro primer ministro.
Además, la junta militar anunció que mantendrá retenidos a los líderes políticos del país alrededor de una semana “para darles tiempo para reflexionar”, anunció hoy el portavoz militar Weerachon Sukondhapatipak.
Entre quienes se encuentran bajo custodia militar está el ex primer ministro Niwattumrong Boonsongpaisan, derrocado por el golpe, y su predecesora Yingluck Shinawatra, hermana del ex jefe de gobierno exiliado Thaksin Shinawatra, también derrocado del gobierno en un golpe militar en septiembre de 2006.
Otros detenidos en bases militares son los líderes de los dos movimientos de protesta, a favor y en contra del anterior gobierno, como Suthep Thaugsuban, que lideró meses de manifestaciones en Bangkok contra el ejecutivo de Yingluck y después de Niwattumrong.
“Aproximadamente los detendremos durante una semana”, dijo el coronel en una rueda de prensa ofrecida un día después de convocar el viernes a unos 155 políticos y activistas de las dos partes enfrentadas y detener en torno a un centenar. Werachon justificó el arresto de políticos asegurando que es necesario mantenerlos “al margen de la situación”.
La junta militar, además, amplió hoy su “convocatoria” y ordenó a unos 35 académicos del país presentarse ante las autoridades militares. Quien no lo haga, será detenido, informó el Consejo para la Paz Nacional y el Mantenimiento del Orden, que actualmente gobierna el país.
Mientras, en las calles de Bangkok se vivieron escenas caóticas cuando los soldados intentaron impedir que un grupo de unos 200 manifestantes contrarios al golpe abandonaran la estación de tren Monumento Victoria, informó el diario Bangkok Post en su edición online.
Además, unos 200 soldados registraron un apartamento en Khon Kaen, a unos 350 kilómetros al noreste de Bangkok, y detuvieron a unas 21 personas supuestamente con dos granadas y dos cilindros de gas, a quienes acusaron de preparar una oposición al golpe, informó el portavoz de la junta militar, Winthai Suwaree.
Aseguró que los sospechosos confesaron que líderes del Frente Unido para la Democracia contra la Dictadura les pidieron que prepararan la lucha contra el golpe. La mayoría de los líderes del grupo, conocidos como Camisas Rojas, fueron arrestados el jueves.
Las autoridades relajaron la prohibición de emisión para las televisiones del país, que pudieron reanudar su programación esta mañana, si bien bajo estrictas indicaciones. Y es que el golpe se ha visto acompañado de una represión de los medios locales a quienes se ordenó evitar informaciones “distorsionadas” tras el “apagón televisivo” del jueves.
Organizaciones defensoras de los derechos humanos reaccionaron indignadas. “La situación de los derechos humanos en Tailandia está en caída libre bajo la junta militar”, denunció Brad Adams, de Human Rights Watch. “La extendida censura y amenazas al los medios pretenden silenciar cualquier crítica al gobierno militar”.
Mientras, en Bangkok, la población se prepara para un fin de semana bajo toque de queda. Antes de las 22:00 de la noche se están viviendo escenas caóticas ante la prisa de la gente por volver a sus casas, lo que obliga también a cerrar antes muchos comercios.
Sin embargo, pese a la presencia militar y el toque de queda nocturno, la vida transcurre con relativa normalidad.
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