Es una vergüenza que Lima tenga un alcalde como Luis Castañeda. Es un pequeño fascista de camisa amarilla, acusado de corrupción, vinculado al fujimorismo y al aprismo. Un lastre que tendremos que aguantar, y que demuestra un desprecio a la cultura y toda operación ciudadana medianamente crítica.
Por otro lado, ¿cual es el mérito de Mónica Aurich, gerenta de Cultura, para ocupar el cargo, además de bailar marinera? Es una broma de mal gusto que, luego de Pedro Pablo Alayza, se nombre a analfabetos culturales: no solo se ha desarticulado el programa cultural, simplemente no existe un plan de trabajo.
Fue un desatino que Art-Lima se haya vinculado con una administración decadente y fascista. Este acuerdo fue utilizado por Castañeda para lavar su imagen. Frente a este escenario, y con los deslindes expresados, creo en la pertinencia de las ferias como plataformas de comercio artístico. Se trata de iniciativas privadas que deben continuar y tienen que demostrar que lo más importante son los activos culturales, los artistas.
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