Bloquear a la concentración es ponerle un muro para que no se desarrolle normalmente. Para que no forme parte de quienes manejan el deseo de millones y nos estrelle a la historia de siempre. Ahora le tocó a Luis Advíncula. El lateral que arribó el viernes a Lima, casi una semana antes de jugar ante Venezuela, y prefirió pisar suelo nacional antes que jugar con Newell’s Old Boys ante Tigre por la liga argentina.
Hasta allí, un sacrificio que merece un aplauso. Un compromiso que bloqueaba cualquier posibilidad de crítica. Hasta que entendimos lo de siempre, los jugadores que vienen de fuera toman las Eliminatorias como ‘vacaciones’. Un programa de espectáculos emitió las imágenes de un Luis Advíncula que entrenó el sábado y horas después se apareció en una discoteca en el sur donde permaneció hasta pasadas las cinco de la mañana del domingo y no permitió que le tomaran fotos.
Ricardo Gareca, confiando que sus jugadores optan por ‘entrenar de manera invisible’, les había dado un día libre para retomar los entrenamientos el lunes. Craso error. Mientras el marcador desperdiciaba horas de descanso en su relajo, miles de peruanos ya habían gastado – mínimo- cincuenta soles en una entrada popular para ver a un equipo que solo tiene un triunfo en cuatro partidos en Eliminatorias.
Luis Advíncula debe aprovechar el tiempo para recordar que marcó mal a ‘Teo’ Gutiérrez en uno de los goles de Colombia para el 2-0 de la primera fecha. Que no jugó bien – como todo el equipo- en la derrota con Chile y que contra Brasil padeció con Douglas Costa. Si hay tanta urgencia de relajarse, ir al cine o al teatro o leer un libro copa menos horas que entregarse a la música en una discoteca.
Pero bueno, quizás Luis Advíncula bloquee los consejos.
Por Carlos Bernuy (cbernuy@peru21.com)
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