Había una vez un espíritu aventurero que decidió romper sus ataduras culturales y derrotar las barreras geográficas y, con mucha ambición, decidió recorrer el mundo. Se llamaba Marco Polo y, con la tenacidad como bandera, cuenta la historia (y un poco la leyenda) que llegó a la China, a la mismísima corte del emperador Khublai Khan, donde se enamoró.
H abía una vez un espíritu aventurero que decidió romper sus ataduras culturales y derrotar las barreras geográficas y, con mucha ambición, decidió recorrer el mundo. Se llamaba Marco Polo y, con la tenacidad como bandera, cuenta la historia (y un poco la leyenda) que llegó a la China, a la mismísima corte del emperador Khublai Khan, donde se enamoró.