Hace dos años, científicos japoneses y rusos dijeron que la clonación del mamut era cuestión de tiempo. De hecho, ya contaban con el insumo clave: una muestra de sangre del animal, la cual se había mantenido en buen estado en los hielos de Siberia durante milenios.
Hace dos años, científicos japoneses y rusos dijeron que la clonación del mamut era cuestión de tiempo. De hecho, ya contaban con el insumo clave: una muestra de sangre del animal, la cual se había mantenido en buen estado en los hielos de Siberia durante milenios. Lo cierto es que muchos pusieron el grito en el cielo al leer la noticia. ¿Es necesario clonar a un mamut? En un artículo de Scientific American, el genetista George Church argumenta que sí lo es. Church dice que los mamuts podrían evitar el colapso de las tundras rusas y canadienses, las cuales corren el riesgo de desaparecer por el cambio climático. Los hábitos del mamut ayudarían a mantener en equilibrio tales ecosistemas: basta con que correteen y coman por ahí. ¿Usted qué opina?
De acuerdo con Scientific American, los estadounidenses gastan 500 millones de dólares al año en juguetes sexuales. En Gran Bretaña, por otra parte, la cifra supera los US$400 millones. Esto resulta paradójico en tiempos de crisis financiera, ¿verdad? Sin embargo, hay una posible explicación. “En tiempos de alto desempleo y balances bancarios deprimentes, la gente pasa el tiempo bien ocupada”, señaló Stefan Dallakian, dueño de una tienda de juguetes eróticos, a CNBC. Es decir, los juguetes sexuales son herramientas para vencer las vicisitudes de la vida cotidiana. No hay empleo, cierto, pero que mejor que entregarse al placer sexual, aunque sea por unos momentos, para olvidarse de los problemas. Lo cierto es que, más allá de las crisis, el uso de estos aparatos se ha incrementado en todo el mundo. Por ejemplo, el vibrador, asociado siempre a prácticas solitarias de las mujeres, puede ser, más bien, un gran complemento para la pareja y un aliado poderoso para conseguir orgasmos. Haga la prueba.