No hay que esperar a estar en la universidad o trabajar en una empresa para saber lo que es cuidar el ambiente. En realidad, son los padres quienes deben fomentar la práctica de este concepto tan importante para nuestra vida en sociedad. ¿Cómo? Pues, mediante el ejemplo. De hecho, son las acciones cotidianas las mejores enseñanzas para los hijos.
No hay que esperar a estar en la universidad o trabajar en una empresa para saber lo que es cuidar el ambiente. En realidad, son los padres quienes deben fomentar la práctica de este concepto tan importante para nuestra vida en sociedad. ¿Cómo? Pues, mediante el ejemplo. De hecho, son las acciones cotidianas las mejores enseñanzas para los hijos. Por ejemplo, uno puede poner en práctica la responsabilidad ambiental en casa. Un niño puede comprender al ver a su padre apagando las luces que no son necesarias, reciclando botellas y otros envases, usando sabiamente el agua potable. Por imitación, el niño aprende a hacer lo mismo. El mensaje se puede reforzar explicando el porqué de cada acción, poniendo énfasis en la influencia que tienen esos detalles. O sea, no basta con decirles que apagar la computadora cuando no se usa está bien “porque sí”, o que separar los desechos es correcto “porque debes hacer lo que te digo”, sino explicarles cómo ese ahorro tendrá un impacto positivo en las demás personas y en el planeta. Sea creativo y persuasivo, pero, sobre todo, predique con el ejemplo. De nada sirve enseñar educación ambiental si usted no aplica lo que enseña. Más que órdenes, los hijos necesitan modelos a seguir.