Para Gerardo Chávez todo el año es un verano productivo. El gran pintor trujillano tiene la suerte de tener un taller en París, y hacia allí se dirige cuando el invierno llega a estas tierras. Pero en el Perú también sabe encontrar la inspiración: de noviembre a abril, sus talleres de San Isidro y Trujillo saben acogerlo.
Para Gerardo Chávez todo el año es un verano productivo. El gran pintor trujillano tiene la suerte de tener un taller en París, y hacia allí se dirige cuando el invierno llega a estas tierras. Pero en el Perú también sabe encontrar la inspiración: de noviembre a abril, sus talleres de San Isidro y Trujillo saben acogerlo.