Chile no utilizó todo el tiempo asignado para exponer sus alegatos, y tampoco probó que la Declaración de Santiago es un tratado de límites marítimos. Lo que sí pretendió, al final de la jornada, fue poner en duda la existencia del Punto Concordia, establecido claramente en el Tratado de 1929, para decirle a la Corte Internacional de Justicia de La Haya que no tiene competencia para ocuparse de la frontera terrestre.