Mónica Delta,Opina.21 El gobierno ha demostrado en más de una oportunidad que no tiene capacidad de diálogo y que le es muy difícil construir puentes en el ámbito político que prevengan situaciones de esta naturaleza. El presidente Humala ha dicho que el aumento a los jueces crearía desequilibrio. Pero, como de costumbre, se ha quedado en el enunciado y no ha sido proactivo en la explicación. El ministro Castilla, más bien, ha salido presuroso a los medios para insistir que es imposible ese desembolso. En una democracia, con poderes separados, no se puede modificar una ley orgánica (por más equivocada que sea) con una ley ordinaria. El Ejecutivo tiene aliados, aunque precarios e interesados como Perú Posible, en el Congreso y puede plantear una modificación. Sin embargo, lo primero que hace el presidente de ese poder del Estado, Fredy Otárola, es cerrar la puerta a cualquier discusión, repitiendo, como loro, lo dicho por el jefe de su partido. Lo que no debe ocurrir en un país (que forma parte de la octava economía del mundo) que respeta sus instancias e instituciones, así la percepción ciudadana sea la de un Poder Judicial corrupto y lento, es tomar decisiones de manera autoritaria. Aquí sabemos bien cómo terminan esos ensayos populares de derribar las puertas ‘a patadas’. Para reformar se requiere formar. El Gobierno tiene que operar políticamente, con estrategias y con paciencia. Humala no puede seguir pensando que las órdenes se cumplen sin dudas ni murmuraciones. Eso, solo, es practicable en un cuartel, no en una democracia; de lo contrario, el remedio será peor que la enfermedad.