Los videojuegos hoy son tan sofisticados, con personajes y escenarios que parecen reales, que desarrollarlos es una de las tareas más complicadas que existen. En el caso más extremo, demandan años, cientos de profesionales y millones de dólares en inversión. Sin embargo, ahora uno mismo puede emprender esta labor sin demasiados recursos y, lo que es mejor, sin saber un ápice de programación.