Ricardo Vásquez Kunze,Desayuno con diamantes Existe una crispada indignación en los círculos de las élites locales sobre el abandono del que es víctima la oposición venezolana en su lucha contra el autoritarismo chavista por parte de los Estados democráticos, no ya de Latinoamérica, sino del mundo. Porque, si bien es cierto tienen más o menos claro que en América Latina la tibieza o lavado de manos por parte de regímenes con libertades públicas y económicas impecables obedece a intereses de Estado, no se pueden explicar cómo esos intereses son lo suficientemente fuertes con la satrapía de Nicolás Maduro como para desentender a las grandes potencias del mundo libre del drama venezolano. Sienten estas élites, con arraigada convicción, que Estados Unidos, la Unión Europea y con ella Francia, Gran Bretaña o Alemania, por poner las principales, no hacen nada por la libertad y democracia en Venezuela.