Muchas personas dejan de desayunar pues arguyen que no tienen tiempo para ello. Las excusas son variadas: que el tráfico es terrible y hay que salir más temprano, que se les hizo tarde para llegar al trabajo, que más tardecito comprarán una galleta y una gaseosa, que están a dieta… Lo cierto es que actitudes así resultan perjudiciales para la salud.