Lejos de los campos de fútbol, la palabra ‘mundial’ vive en un pequeño cuadrilátero, donde manos y piernas peruanas nos siguen regalando razones para ser felices. Cuatro peleadores transformaron la noche del último sábado en una fiebre.
Lejos de los campos de fútbol, la palabra ‘mundial’ vive en un pequeño cuadrilátero, donde manos y piernas peruanas nos siguen regalando razones para ser felices. Cuatro peleadores transformaron la noche del último sábado en una fiebre.