Bernardo Sambra tuvo desde niño una fascinación por el mar. A los siete años, su abuelo le regaló un ejemplar de National Geographic dedicado al mundo submarino y quedó fascinado. Luego, cuando tenía 10 años, su padre le enseñó a bucear y un universo se le abrió. Lamentablemente, un pequeño incidente lo alejó del mar. Sin embargo, luego conoció a un buzo artesanal, quien le enseñó a usar un arpón, y lo introdujo en el mundo de la caza submarina.