El arte urbano late a buen ritmo. Pese a que aún es visto con desconfianza, cada vez es más vital, venciendo prejuicios y conquistando espacios. Muchos de los grafiteros que pintaron muros sin un permiso municipal y a escondidas, ahora son organizadores o los invitados principales de grandes encuentros internacionales del street art.
En Buenos Aires, en Argentina, habría aparecido el graffiti más grande del mundo, una obra hecha de Alfredo Segatori que muestra la vida de los barrios obreros de la ciudad.
La esposa de un miembro de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos transformó el automóvil de su esposo en una pieza única, utilizando su talento y plumones indelebles.
Entes y Pésimo son dos exponentes del grafiti en Lima. Lo suyo es arte urbano: sin boceto, son puro rap, pura improvisación. Ellos llevan 14 años dándole color a esta ciudad gris, a esta jungla de cemento.
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