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Mantén separados el dinero y el amor

Miércoles 17 de agosto del 2011 | 07:16

A pesar de que estés financieramente separado de tu pareja, es mejor que tengas la clave de tu tarjeta para disponer de dinero.

Si bien el dinero no compra la felicidad, sí puede ser la causa de rupturas. (Internet)
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Por Fabiana Sánchez

Uno de los principales enemigos de un matrimonio, o de la convivencia, es el factor económico pues, si bien “el dinero no compra la felicidad”, sí puede ser la causa de rupturas.

Por ese motivo, muchas personas están optando por separarse financieramente de sus parejas y, a pesar de que mantienen una relación amorosa, cada uno controla sus finanzas individualmente.

El analista Juan Carlos Ocampo indica que esta medida funciona sobre todo para aquellas relaciones en las que ambos trabajan y, por lo tanto, tienen la opción de manejar su propio dinero.

“Es bueno que cada uno tenga el control de sus recursos sin dejar de aportar al hogar, ya sea pagando los servicios básicos o comprando bienes para la casa”, sostiene.

AMBOS FIRMAN. El experto también recomienda que, en el momento de comprar bienes –como un automóvil, una casa y hasta artefactos–, el registro salga a nombre de las dos personas.

El propósito es evitar la pérdida de tiempo y dinero en gestiones judiciales para reclamar lo que, por ley, les corresponde al cónyuge y a los hijos menores. Cabe señalar que, según el Código Civil, solo un tercio de los bienes de una persona puede entregarse en herencia a beneficiarios distintos a los que disponen las normas.

PENSANDO EN LOS HIJOS. La ruptura de una pareja no debe perjudicar psicológica ni materialmente a los menores del hogar. Por eso, Ocampo sugiere que, además de tener una cuenta de ahorros propia, se abra otra pensando en el futuro de los hijos.

“La pareja debe estar comprometida a aportar en esta cuenta”, señala. El objetivo es que los descendientes tengan un fondo que podrán usar para sus estudios o, inclusive, para un negocio. El aporte debe ser de ambos y de acuerdo con sus ingresos económicos. “No sería justo que quien gane más pague igual que el que tiene menos ingresos”, manifiesta.