La aristócrata española Cayetana Fitz-James Stuart, duquesa de Alba, quien falleció el jueves a los 88 años, recibió el viernes el homenaje de los ciudadanos antes de una misa de funeral en la catedral de Sevilla.
La mujer con más títulos nobiliarios del mundo y que siempre destacó por su carácter abierto y su poco apego a los convencionalismos sociales será incinerada tras la ceremonia religiosa.
Pocas horas después de su muerte, se instaló en el ayuntamiento de Sevilla una capilla ardiente por la que desfilaron miles de ciudadanos anónimos que quisieron dar su adiós a una figura popular y apreciada.
Antes de mediodía, la capilla ardiente fue cerrada y el féretro con los restos de la aristócrata fue trasladado a la catedral sevillana para una misa oficiada por el cardenal de la ciudad.
La infanta Elena, hermana de Felipe VI, acudió al templo en representación del rey y el ministro de Defensa, Pedro Morenés, en nombre del Gobierno español.
Tras la ceremonia religiosa los restos de Cayetana de Alba serán incinerados y después parte de sus cenizas se trasladarán a la iglesia del Cristo de los Gitanos de Sevilla, de la que ella era fervorosa seguidora.
Allí quedarán depositadas en una capilla dedicada a la duquesa que podrá ser visitada por el público.
El resto de las cenizas se llevará al panteón familiar que la Casa de Alba tiene en la localidad de Loeches, cercana a Madrid, donde están enterrados los dos primeros maridos de la duquesa, así como sus ilustres antepasados.
EFE (Sevilla)
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