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Opinión

Muchos no consideran cuán importante es el valor de la palabra.

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Muchos no consideran cuán importante es el valor de la palabra. Para ellos da lo mismo hablar fuerte o despacio, atacar con el verbo o pensar que el lenguaje dulce y cariñoso es bueno para nada; por eso, lo aplican según su ánimo. Sabemos que la educación, cultura y crecimiento del niño se logra con diálogos dulces y estímulos para que salga adelante, más que con premios o una educación militarizada. El caso más crítico lo encontramos en hogares donde los niños son tratados a gritos, con ofensas como ‘tú no vales nada’, que lo único que logran es que sufran y se convenzan de su poco valor. El niño tiene que sentirse valioso, necesita saber que aprende y que su intervención es importante. Se recomienda nunca hablarle mal y que el diálogo sea suave, aun cuando se equivoca, para que no sienta que falla o que es ignorante. El problema lo hallamos también en las parejas que se faltan el respeto o llegan a ofensas que son preparatorias para la ruptura. Así como el verbo puede hundir, también es camino de salvación. Si quieres llegar lejos, apoya a los niños y a tu pareja con palabras dulces y optimismo.


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