05.MAY Domingo, 2024
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Opinión

A comienzos de temporada, muchos dudaban de que los Warriors pudieran mantener el nivel. Ganaban todos los partidos –acabaron la fase regular con un récord de 67-15–, aunque tenían un entrenador novato y un equipo muy joven. ¿Qué sucedería cuando llegaran a playoffs y la exigencia fuera máxima, en la salvaje Conferencia Oeste? Tras deshacerse de Pelicans, Grizzlies y Rockets, se enfrentaban al equipo del mejor jugador del mundo. Un equipo correoso y con experiencia. Pero, también, un equipo lastrado por las lesiones y, sobre todo, peor en su rendimiento ofensivo y defensivo. Daba igual. Las dudas continuaban. ¿Podrían imponerse?

Lo han hecho. Con un 1-2 en contra, y un cambio táctico definitivo –Iguodala por Bogut en el cuarto partido–, los Warriors se han llevado la serie con un 4-2 y han alcanzado la cima del baloncesto. Ayer, en Cleveland, supieron sobreponerse una vez más a la decisión táctica de David Blatt, quien se mantuvo con su quinteto habitual, con Thompson y Mozgov. En los primeros minutos, los Cavaliers insistían con sus opciones en la pintura. LeBron James, demasiado generoso, buscaba la ventaja en los emparejamientos, a través del pase. Sin embargo, cada vez que el balón llegaba a los hombres altos, la defensa hacía un dos contra uno que se saldaba con pérdida de balón. Hubo hasta tres violaciones del tiempo reglamentario de posesión antes de llegar al final del primer cuarto, que terminó con un 28-15 a favor de los visitantes.

El segundo cuarto, por contra, fue una exhibición de los Cavaliers. Supieron darle la vuelta al partido con una mejor circulación del balón y un James más agresivo hacia el aro. Esta vez, estuvo secundado por Mozgov, imparable en la pintura tras haber jugado apenas en el último partido. Parecía que la serie se iba a decantar por la superioridad en el rebote: 29-16 para los locales. Sin embargo, ya en la segunda parte, cada vez que el balón llegaba a los jugadores de los Cavaliers, las manos de los Warriors aparecían de nuevo para entorpecer el bote y el pase. No había espacios cerca del aro. Ni James ni sus compañeros eran capaces de anotar tiros de media y larga distancia. El peso de los minutos, del agotamiento, se dejaba notar. Andre Iguodala y Stephen Curry –con 25 puntos cada uno– tomaban tiros francos, mientras un invitado inesperado, el pívot Festus Ezeli, se encontraba con situaciones ventajosas bajo el aro. Después de un tímido intento de remontada, el marcador acabó 105-97. Y el anillo, en Oakland.

A LeBron James, quien anotó 32 puntos y capturó 18 rebotes, no se le puede reprochar nada. Acabó la serie con promedios estratosféricos –35.8 puntos, 13.3 rebotes, 8.8 asistencias–, unos números nunca vistos hasta ahora. Quedó en segundo lugar en la votación del MVP de las finales, que se llevó Andre Iguodala, por su regularidad y rendimiento en ambos lados de la pista. Es la primera vez que un jugador que ha sido suplente durante toda la temporada se lleva el trofeo. Y esto, cómo no, es mérito de su entrenador, Steve Kerr, quien supo motivar al equipo desde el primer día. Con decisiones radicales, como la de dejar en el fondo del banquillo al All-Star David Lee, para darle más protagonismo a Draymond Green, mucho mejor defensor. “Todo el mundo habla de nuestros triples, pero también hemos sido la mejor defensa de la NBA”, dijo Kerr en la rueda de prensa.

El viaje de los Warriors ha sido largo. Hacía cuarenta años que no ganaban un campeonato. Tuvieron una actuación memorable en el año 2007, con el “We Believe”, cuando superaron de manera inesperada al primer clasificado de la conferencia, los Dallas Mavericks, en la primera ronda. Lo mejor vendría después, con una gran labor en los despachos y en el draft, con acertadas elecciones como Stephen Curry (2009), Klay Thompson (2011) y Draymond Green (2012). Estos son jugadores de otra era: excelentes en ambos lados de la pista y, sobre todo, con una gran capacidad de sacrificio. El small ball, un recurso que penaliza la defensa, ha cobrado un nuevo sentido gracias a ellos. La temporada que viene, los equipos de la NBA deberán ajustar sus tácticas para adaptarse al espaciado, clave en estas finales. Y, al fondo, en la otra conferencia, estará LeBron James, con más hambre que nunca, para tratar de llevarse el anillo a Cleveland.


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