25.ABR Jueves, 2024
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Opinión

Interesantes palabras, reflexiones y propuestas del presidente Kuczynski en su mensaje a la nación. Antes del mensaje, podíamos atrevernos a sugerir algunos hitos de lo que sería la hoja de ruta para el segundo año de gobierno, y con el mensaje tenemos claro cuáles serán los trazos generales de la actual administración. Siempre, por supuesto, son mejorables, y de ahí la oportunidad para brindar algunas sugerencias adicionales.

El mandatario señaló como primordial la necesidad de “retomar la senda del crecimiento y del dinamismo económico”. Sin duda, es fundamental recuperar el paso perdido. Sin ingresos no podremos financiar las grandes obras pendientes, ni apoyar decididamente la reconstrucción del norte de la costa, menos aún apostar por un proyecto de país moderno e integrado. Pero priorizar lo económico, en estos momentos, puede ser un problema incluso para la prioridad central del gobierno. Me explico.

Sin un acuerdo político, o al menos una tregua (basada en alguna premisa consensuada), con la mayoría opositora, pues será muy difícil –para no decir imposible– apretar el paso de las reformas y medidas de política económica.

Sin dicho arreglo, por sencillo o complejo que sea, el segundo año será muy parecido al primero. Y si bien no podemos culpar a la oposición de la parálisis ejecutiva, recuperar el paso requiere apoyo y compromiso, ya que no todas las medidas del Ejecutivo serán bien vistas por la oposición (y es ahí donde el gobierno requerirá la voluntad y fe de estos partidos). No reparar en algo tan obvio será un ingrediente fundamental del fracaso (anunciado).

Por otro lado, sobre lo anterior, el oficialismo debe entender la estructura, funcionamiento e incentivos de la oposición. No es cierto, como repiten algunos, que se reduce al fujimorismo, como tampoco es cierto que dicho grupo político es el de mayor oposición a sus propuestas. Si hubiese que subdividir a la oposición, consideremos tres bloques a modo de resumen: un grupo conformado por el fujimorismo y el aprismo, otro grupo conformado por la izquierda, y un tercer grupo que llamaremos ‘otros’. El primer grupo trabaja con un agenda, apoya en lo importante y hace oposición en cosas particulares; por supuesto, dado el peso que constituye en el Legislativo, donde pongan el ojo pondrán la bala (por así decirlo). El segundo grupo, aunque minúsculo, es el más ferviente opositor del gobierno: lo que propongan será criticado, y siempre votan en contra (imagino que es una mezcla de ideología con postura política de cara al próximo proceso electoral). El tercer grupo se une o distancia de lo que hace el primero basado en sus intereses particulares. Es importante que el Ejecutivo analice y trabaje con mayor énfasis estratégico si desea llevar sus ideas adelante.

En segundo lugar, es imprescindible que el Ejecutivo interiorice la diferencia existente entre lo que ellos consideran que deben hacer por la lucha contra la corrupción y lo que los peruanos esperan (esperamos) que hagan frente a ella. Hoy es imposible quedarse en el discurso; los peruanos, para recuperar la fe en el gobierno, necesitamos acciones y medidas concretas, que garanticen una lucha frontal contra la corrupción, lo que significa, en buen cristiano, auditorías, acciones emprendidas por los procuradores, fiscalización y medidas contra las empresas comprendidas, entre un largo etcétera. Creer hoy, con la velocidad con la que transita la información y la amplitud de cobertura que la misma tiene vía redes y medios, que la población se quedará tranquila con una promesa es otro ingrediente fundamental para el fracaso (nuevamente, anunciado).

Por cierto, lo anterior también sirve para este gobierno. En su intervención, el presidente Kuczynski sostuvo que la modernidad solo será posible “con instituciones responsables que trabajen sin interferencia”. Ni en Australia esa frase tendría validez. ¿De dónde saldrán dichos ángeles dispuestos a manejar ingentes recursos con discrecionalidad y sin ningún incentivo perverso ante la falta de fiscalización? Muy por el contrario, si es cierto que el gobierno está decididamente en contra de la corrupción, hoy más que nunca debe fortalecer las instancias de vigilancia y respeto al uso de bienes y recursos públicos. Nuevamente, si el gobierno cree que debemos dar un salto de fe, tan solo por su palabra y no por sus acciones, pues la ciudadanía reaccionará con mayor energía ante el primer signo de corruptelas (que, sin duda, ocurrirá), y será otro ingrediente fundamental para el fracaso (repetidas veces anunciado).

Finalmente, sería bueno que el gobierno (y en especial el mandatario) tome mayor conexión con la calle. Siempre es bueno estar cerca de la realidad, del hombre de a pie, lejos del poder de Palacio y los consejos de los intereses.


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