08.MAY Miércoles, 2024
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Paco Bardales: El narrador de cuentos de terror [Video]

Es guionista y productor de películas de terror como la exitosa Cementerio general. En esta charla reflexiona sobre el horror a la peruana.

(Percy Ramírez)
(Percy Ramírez)

Paco Bardales parece un muchacho tranquilo, incapaz de generar algún tipo de terror, menos de matar a nadie. En la vida real es así, pero cuando se pone frente a una computadora y empieza a escribir un guion de cine se transforma.

Allí, su cerebro se enciende y, al crear historias, recupera la mitología popular de su Iquitos natal, de la selva de su infancia, y nos transporta a un mundo de seres sobrenaturales y miedos ancestrales. Sus historias no son de zombies ni de violencia extrema, pero vaya que asustan. Porque el miedo que cala y paraliza, lo sabía bien Hitchcock, no es el explícito sino el que nace del suspenso.

Estamos en Amaz, el restaurante amazónico de Pedro Miguel Schiaffino. Hasta allí hemos llevado a Bardales para que se sienta en ambiente y nos hable con libertad del cine de terror que se hace en el Perú, ese que nació de forma artesanal en algunas provincias como Ayacucho, Puno y el mismo Iquitos, y que hoy, gracias al éxito comercial de cintas como Cementerio general, de la que Paco fue uno de los productores, se ha potenciado al punto que este año se estrenarán varias cintas locales de ese género –incluido Cementerio general 2– en nuestras salas.

EL PERUANO Y SUS MIEDOS
“¿Por qué a los peruanos nos gusta el cine de terror?”, le preguntamos a Bardales. “El Perú, al ser un país muy religioso, ha acuñado muchos de los tótems y símbolos propios del catolicismo. Si creemos en un Dios que representa el bien, tiene que existir su contraparte, uno que represente el mal: el demonio. Además, en costa, sierra y selva tenemos una tradición oral muy fuerte, que está llena de seres mitológicos como la jarjacha, el pishtaco, el tunche, el chullachaqui, etc. De esta fusión, de símbolos religiosos y tradición oral, nace nuestro ferviente gusto por el terror”, nos asusta Paco al hablarnos de Dios.

“A los amazónicos y, en general, a los peruanos, nos une la capacidad para generar y recibir historias. Si escuchamos hablar del tunche (un fantasma), o el pishtaco (caníbal y vendedor de grasa humana) sentimos miedo. Y esto es normal porque crecimos con las historias de estos seres mitológicos, están en nuestro inconsciente, representan nuestra cosmovisión”, nos regresa a nuestra infancia andina el ‘hablador’ Bardales.

EL CINE DE TERROR EN EL PERÚ
“Nuestro cine de terror está muy vinculado con nuestra mitología local. Mientras en EE.UU. se hace cine de zombies, acá contamos historias de jarjachas, pishtacos y tunches. Mucho de este cine es humilde, ‘barato’, pero no por eso menos creativo. Además, conecta muy bien con el poblador local: son taquillazos en los lugares donde se hacen”.

Y luego Paco nos suelta unos datos que nos sobrecogen: “Hace poco se estrenó en Abancay El último guerrero chanka: a su estreno asistieron dos mil personas, un exitazo. Hay películas peruanas que no llegan a ese número durante toda una temporada. En Iquitos, con El chullachaqui, el mediometraje de Dorian Fernández, la gente agotó las entradas en pocas horas. En seis o siete funciones la vieron 15 mil personas. De hecho, en Iquitos, solo Cementerio general, también de Fernández, ha podido llevar más gente al cine”, nos cuenta un entusiasmado Bardales.

Entre los directores locales de cine de terror destacan Melitón Eusebio, los hermanos Vallejo, Palito Ortega, Dorian Fernández, Joseph Lora. Ellos, como bien dice Paco, “han hecho que la jarjacha y el chullachaqui, el supay y muchos otros, trasciendan la mitología popular. Vamos a ver sus películas con entusiasmo porque nos representan, porque responden a nuestras costumbres y creencias, porque nos reconocemos en ellas”.

“El terror trata de vender hechos reales; quiere que sintamos que lo que cuenta pasó en la realidad; exacerba nuestros miedos y quiere convencernos de que eso también puede pasarnos a nosotros. Estas pequeñas historias son las verdades subjetivas de nuestros pueblos”, agrega Bardales.

Y para confirmar sus palabras y convencernos de que aún vivimos dentro del realismo mágico, Paco nos cuenta esta anécdota: “Hace poco una señora de Iquitos me paró en la calle y me dijo: ‘Ay, joven, en el cine están pasando Anabelle, la muñeca diabólica. Esas cosas no existen, lo que existe es el chullachaqui, yo lo he visto (risas)’”, y nos llena de ternura este guionista que escribe historias mágicas que la gente, nuestra gente, “confunde” con la realidad.

Por: Gonzalo Pajares (gpajares@peru21.com)


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