05.MAY Domingo, 2024
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Un señor llamado Gálvez Ronceros, por José Carlos Yrigoyen [Opinión]

“Otra virtud que lo ha convertido en un texto ineludible (…) es el universo entre arcaico y mítico que Gálvez Ronceros ha edificado y las muchas posibilidades que contiene”.

Hace unos años, cuando trabajaba como profesor de segundo de secundaria, se me ocurrió incluir Monólogo desde las tinieblas (1975) de Antonio Gálvez Ronceros (Chincha, 1932) entre los títulos del Plan Lector del grado. Lo hice no sin reservas, pensando en la resistencia que algunos millennials a veces demuestran frente a algunos clásicos de la literatura peruana. Cuando una mañana nos tocó leerlo en clase, tuve que desechar mis dudas y rendirme ante la evidencia: mis alumnos no solo consumieron los relatos con interés, sino que varios de ellos, con sincero entusiasmo, se sumergieron, divertidos y sorprendidos, en ese mundo antiguo repleto de personajes marginales y alegres que, a punta de ingenio y trabajo duro, sobrevivían día a día a las sevicias de sus patrones y las indómitas fuerzas de la naturaleza.

¿Cómo era posible que esos muchachos, tan ajenos a los referentes que Gálvez Ronceros les proponía, los asumieran con tan buen ánimo y adoptaran a los seres que poblaban ese librito como instantáneos amigos? Ahora que Monólogo ha vuelto a publicarse, en una bonita edición que incluye sugerentes dibujos trazados por el mismo autor, mi primera respuesta es que en este libro se conjugan dos méritos bastante difíciles de hallar juntos: un extraordinario trabajo con la palabra que consigue sus momentos más altos en la reelaboración del habla de los afroperuanos de los poblados de la costa, y a la vez un lenguaje sencillo y diáfano, asequible para el lector de cualquier condición y edad.

Los encantos de este volumen, sin embargo, van más allá de esta conquista. Otra virtud que lo ha convertido en un texto ineludible de nuestra literatura es el universo entre arcaico y mítico que Gálvez Ronceros ha edificado y las muchas posibilidades que contiene. Por ejemplo, es irresistible el retrato de esa vida simple y estoica, donde hasta la violencia está revestida por un manto de ingenuidad y de humor; no podemos sustraernos a esa visión de una realidad donde la naturaleza, las plantas y los animales se confunden con los hombres y sus costumbres, purificándolas y otorgándoles un sentido mayor, como sucede en esa magistral pieza que es Monólogo para Jutito. Una característica esencial de estos relatos es el fuerte animismo que aparece en muchos de ellos: las bestias, los ríos e incluso el día y la noche se corporizan, ordenan y desordenan los planes e intenciones de los campesinos y sus amos y a la vez alimentan la convicción supersticiosa y mágica con la que los protagonistas comprenden la realidad en la que están inmersos.

Pero quizá uno de los logros máximos de Monólogo sea constatar cómo el habla de esta comunidad rural, disonante con la norma, se convierte en una forma de resistencia frente a las autoridades y a los terratenientes. Ante el desprecio y subestimación que estos sienten por los habitantes en esas zonas alejadas de la oficialidad y culturalmente oprimidas, los labradores afroperuanos oponen su lenguaje personalísimo, lleno de giros, trampas y humor que pone en evidencia y ridiculiza a sus explotadores. Esto puede verificarse en varios de estos cuentos y viñetas, pero quizá donde se expresa con mayor acierto sea en el breve y desopilante Ya ta dicho.

Después de este libro, nuestro autor ha publicado otros conjuntos de relatos de gran calidad y en los que sus exploraciones han tomado nuevos rumbos, como es el caso de su última entrega, La casa apartada, que reseñé hace unas semanas en este espacio. Vale la pena seguirle la pista: estoy seguro de que luego de leerlos, ustedes terminarán tan agradecidos y maravillados como mis alumnos aquella mañana en la que se me ocurrió presentarles a un señor llamado Gálvez Ronceros y a su poderosa manera de describir el mundo.

Puntuación

  • Monólogo desde las tinieblas, Alfaguara, 104 p.
  • Relación con el autor: ninguna.
  • Puntuación: 5/5

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