LuchaLibro 2015: 'Li', la chica de la máscara roja

El último lunes de setiembre, ‘Li’ llegó acompañada de sus padres a La Noche de Barranco. Era la primera vez que ellos iban a ir a verla. Los dejó en una de las mesas, se despidió con esperanza. No estaba tranquila. Su mente no dejaba de crear escenas, imágenes, nombres. También, por supuesto, destruía: eliminaba palabras tontas, diálogos largos, frases obvias. Necesitaba ganar y solo tenía cinco minutos para demostrarlo. Tenía un latido más fuerte de lo normal.

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La semifinal de LuchaLibro iniciaba. ‘Li’ tenía al frente a ‘Neblina’. Esa noche también era el aniversario de sus padres y aprovechó para darles un homenaje. Creó una historia en torno a los 30 años de casados. Camufló ‘sombrero de torero’, ‘taquigrafía’ y ‘detergente’, las tres palabras que había dado el jurado, sutilmente. Ganó y pasó a la final.

Contra ‘Careloca’, en la última batalla, no hubo tiempo para homenajes. ‘Li’ estaba envuelta en nervios. Con ‘ukelele’, ‘lija de madera’ y ‘huevo de avestruz’ logró articular un escrito sentimental, un reniego a la falta de compromiso.

El cuento le sirvió para ganar. La chica de la máscara roja era la campeona de la quinta edición del certamen.

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HISTORIAS DE NIÑA
Una noche de junio, Gladys se encerró en su cuarto para escribir un cuento de una hoja. Era el último día para inscribirse en LuchaLibro. Elaboró el escrito, requisito indispensable para registrarse, en tan solo una hora. “No lo pensé dos veces”, recuerda. Al término, firmó como ‘Li’.

‘Li’ es Gladys Lizeth Juan de Dios (27). “Li me dicen las personas cercanas, mi familia”, cuenta. Una semana después de haber ganado el torneo, esta joven de ojos grandes aún tiene que llevar puesta la máscara roja para dar entrevistas. Es obligatorio. Según el acuerdo con la organización del torneo, su identidad recién puede ser revelada tras la publicación de su primer libro.

La joven ya sueña con la publicación, pero sabe que será más difícil de lo que esperaba. Su obra será de cuentos, de esos que imaginaba desde que aprendió a leer. Incluso, ha sacado cuentas y advierte que tiene que escribir, por lo menos, una hoja por día para llegar a la fecha acordada con la organización. “No soy escritora”, reconoce, pero termina con un “aún”, esa pequeña palabra capaz de crear una interminable esperanza.

Cuando terminó el colegio, Gladys estuvo a punto de dejarse envolver por esa pasión que la llevaba a pasar horas escribiendo. Si hubiese aparecido un empujón final, quizá no habría estudiado Comunicaciones y ahora ya estaría terminando la carrera de Literatura. Pero no se queja, considera que hizo lo correcto.

Diez años después, es la campeona de LuchaLibro. La chica de la máscara roja está segura de que todo recién comienza. Que por fin tuvo el empujón que le faltaba.

Por Pablo Vilcachagua (pablo.vilcachagua@peru21.com)
@pablovil