El suicidio asistido de la estadounidense Brittany Maynard, quien sufría de un cáncer terminal y que afirmó que iba a acabar con su vida el 1 de noviembre, causó conmoción en el mundo tras conocerse la noticia de su muerte.
Medios de América y de Europa informaron sobre el fallecimiento de la joven de 29 años, que eligió la eutanasia antes de sufrir los fuertes dolores que le habían diagnosticado para la última etapa de la enfermedad.
La mujer aseguraba en un video grabado en agosto que quería pasar los días que le quedan “en esta maravillosa Tierra” con su familia y en lo posible, en medio de la naturaleza.
En su estado natal California, Maynard no tenía acceso a la eutanasia. Este verano, tras una operación cerebral y la reaparición de un tumor aún más agresivo que según los médicos la mataría en unos pocos meses, la joven se mudó de San Francisco a Portland, en el vecino estado de Oregon.
Sólo en cinco estados norteamericanos está permitida la eutanasia. En Oregon la ley para una muerte digna conocida como “Death with Dignity Act” ya entró en vigor en 1997 por la presión de los electores.
Según las últimas estadísticas de las autoridades sanitarias, desde entonces a 1,173 enfermos moribundos se les ha prescrito un narcótico mortal y de ellos, 752 se quitaron la vida con esos medicamentos.
(Portland/DPA)
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