Óscar Flores
Los Insecticidas es una de esas extrañas bandas de rock que tras escucharlo no sabes que shit es, menos a que estilo pertenecen. Es cierto que suenan a garaje, a punk y hasta a indie rock, pero no son nada de ello.
Hace unas semanas entrevisté a esta agrupación limeña, integrada por Alberto Vels (voz), Javier Alvarado (guitarra y coros) y Daniel Monge (batería), y tras la consulta respectiva, dijeron al unísono: “No sonamos a nada”.
La banda es buena, suenan bien. Su primer disco-demo se produjo gracias a la ayuda de Wicho García, vocalista de Narcosis y Mar de Copas. Él les cobró la onerosa suma de mil soles. La placa se llamó como la banda y vio la luz en diciembre del 2012. En abril próximo, después de las elecciones, esperan lanzar su segunda producción: Los Insecticidas – La cultura ha muerto (2016), que costó, créalo, 300 soles. Ah, también lo produjo el cantante de Sucio Policía.
¿Cómo definen su estilo?
Nuestras principales influencias son el rock de los sesentas, el Beat, el garaje, el punk. Ahora, el público nos ha dicho mil cosas, desde que somos pop, hasta que tocamos rock and roll e indie rock. También que sonamos a la movida madrileña. (Risas)
¿Cómo así deciden llamarse Los Insecticidas?
El nombre lo pusimos en una borrachera, en el 2008. Se le ocurrió a Javier y la verdad no recordamos el porqué quedó ese nombre. Lo dejamos allí pues así ya nos llamaban nuestros amigos.
¿Qué bandas respetan?
A Narcosis. Tenemos algo de espíritu punk.
¿Sus influencias?
The Beatles, Sex Pistols, The Clash, Nirvana… Nuestras influencias no son marcadas. Pasó algo extraño, lo que sonaba punk lo ‘popeamos’ y lo que sonaba a pop lo ‘punkekeamos’.
Ya lanzaron un disco…
Sí, es el primero y es homónimo. Lo sacamos en el 2012.
¿Wicho García lo produjo?
Exacto, y nos cobró mil soles…
Como así…
Nosotros queríamos grabar ya, teníamos 40 canciones y pensamos que era suficiente para sacar un disco de 12 o 14 temas. Entonces, empezamos a buscar a alguien que lo quiera producir, alguien al alcance de nuestros bolsillos. Juntamos dinero y solo reunimos mil soles. Con mil soles tenemos que grabar 14 canciones, dijimos. Sin embargo, nadie nos atracó, todos decían S/2,000, S/2,500 para arriba. Desilusionados, escuchamos a un amigo, quien nos dijo: ¿Por qué no le dices a Wicho de Mar de Copas? ‘Pucha’ dije: ¡No!, si los otros que son más underground que él y nos piden más… Este señor nos sacará un ojo de la cara. Por si acaso le escribí a su Facebook, ni siquiera lo tenía entre mis contactos, y en vez de ‘chotearme’ me pidió conversar, me dejó su número de celular. Tuvimos suerte, él aceptó.
¿Cómo fue el trato?
Cuando nos reunimos me preguntó cuánto teníamos, y yo le dije la verdad: Mil soles para 14 canciones. Él se lanzó una carcajada. Dijo: ¡Queeeeé…! Casi se desmaya. Pero fue honesto, me explicó que cobraba más de eso por una sola canción y luego afirmó que por ese precio lo máximo que nos podía dar es un demo que suene más o menos bien grabado. Nosotros dijimos ¡perfecto!, y así fue.
Al final lo presentaron como disco y no como demo…
Los discos de la época subte hacían eso, las bandas españolas de los ochentas suenan muy mal y presentaban sus demos como discos, por qué no hacerlo. Lo presentamos como disco oficial, con espíritu punk. La placa se grabó en siete días, la base del disco lo hicimos en tres noches. Así fue, simple. Fue un disco barato, austero.
¿Cuesta hacer un disco en el Perú?
Sabemos de gente que ha gastado una fortuna en sacar un disco, han gastado S/5 mil, S/10 mil, S/15 mil. Un amigo nos contó que se demoró 15 años en sacar su producción de más de S/15 mil. En el Perú es difícil económicamente producir un disco honesto. Nosotros tuvimos mucha suerte.
¿Cuándo sacan el próximo disco?
El disco ya se grabó, ya está en la puerta del horno, esperemos que no se queme. Pensamos lanzarlo en abril, después de las elecciones presidenciales. Se llamará La cultura ha muerto, que es el nombre de una de las canciones. Por allí Javier dijo: Los insecticidas II y yo le dije: ¿Qué?, como Led Zepellin, no pues… (Risas). Optamos por ese nombre pues fue compuesto por uno de los integrantes de Los Insecticidas que murió de cáncer.
¿Este cuanto costo, también mil soles?
Nos costó menos que el anterior, no lo creerás, nos costó S/300 y también lo ha producido Wicho.
Manya, Wicho los estima…
Lo que pasa es que hubo un acuerdo, una coproducción. Un amigo, Javier Castro de la banda El Aire un día nos vio ensayar, en ese momento no pensábamos sacar un nuevo material. Tras ello se comunicó con Vels y le dijo algo así: “Estoy escuchando una canción de ustedes, llamada Lovezno, me parece muy buena, me gusta”. Luego quedaron en encontrarse en galerías Brasil y le dijo que nos quería ayudar a sacar un nuevo disco y que podía ayudar en la grabación, pues tenía instrumentos. Fue él quien nos contactó nuevamente con Wicho, incluso puso un parte del dinero. Habló con Wicho y nos comentó que el vocalista de Narcosis no nos iba a cobrar. En sí el costo se dividió en tres, nosotros solo pusimos S/ 300.
¿En qué lugares tocan? ¿Hay un circuito para ustedes?
En donde caigamos, nosotros no tenemos circuito, nosotros buscamos chances, a ver lo que salga. En realidad tocamos todas las puertas posibles, pues nuestro estilo de rock no encaja en los circuitos, no ser definidos es un punto en nuestra contra. Nosotros somos conscientes de ello.
¿Es difícil hacer rock en el país?
No solo es difícil, sino también ingrato. Hacerla, difundirla y que se entienda, todo eso es difícil, pero no imposible. Más complicado es cuando eres tímido y nosotros no somos los más sociables del mundo. Nuestras tocadas han salido generalmente tras una borrachera en el jirón Quilca, el 80% de los conciertos, en donde hemos participado, se gestaron en las calles y muchas veces nuestra audiencia han sido los integrantes de las otras bandas de rock.
El público no apoya…
Esa es la realidad del rockero peruano. No hay espacios y menos oyentes. Creo que el público es demasiado reservado para nosotros. Nosotros exponemos lo nuestro, si a la gente le parece, bacán. Aunque tampoco existen más espacios en donde decir ‘hey, aquí estamos’.
Hacen un rock poco convencional…
Exacto, no tenemos un género definido.
Noto pesimismo en ustedes…
Nosotros asumimos que no somos grandes cantantes ni grandes instrumentistas, somos una banda sencilla que hace lo que le sale, y el que escucha y le gusta, bien; pero si no le gusta, normal. Cuando empezamos a hacer música pensamos que sería bueno mejorar, pero dijimos ¿mejorar en qué? Cuanto más podemos hacerlo. Nosotros aceptamos nuestra realidad. Creemos que nuestra música es una corazonada. Una vez en una entrevista, nos preguntaron por una canción que íbamos a tocar. Javier respondió lo siguiente: “Es una canción simple de guitarra, bajo y batería, pero que lo hacemos con emoción”, eso es lo importante.
¿Se consideran underground?
No nos sentimos ni cercanos ni ajenos a ello. Somos conscientes que pertenecemos a esa movida. Creemos que a la fuerza somos underground, pues pop nunca vamos a ser. Nuestra pretensión está en otro lado, es decir, en la composición, en ser auténticos. A mí me dicen: “Oye, escuché tu música y no me suena a nada”. Yo les respondo: “¡Genial brother, es lo mejor que me puedes decir!”. Queremos que nuestro sonido sea algo propio, original, pues la mejor forma de hacerlo es siendo auténtico. No somos una banda de virtuosos y nunca lo vamos a ser. No hacemos covers, pero sí tratamos que sea algo muy honesto, que suene a algo y que trasmita algo. Cuando buscas sonar como algo establecido, por lo general terminas siendo una mala copia.
Cambiando de tema, ¿qué opinan del rock hecho en el país?
Tuvo su mejor época en los ochentas. No se volvió un producto para las masas, pues los rockeros de entonces eran muy subterráneos, es decir, tenían demasiada actitud punk en sus venas. Por ejemplo, no me imagino en los ochentas a Narcosis tocando en el canal 4. Incluso Voz Propia en un concierto de los ochentas quemó una bandera de los Estados Unidos, me imagino que eso le cerró varias puertas. Creo que a los subtes’ les sobró actitud. En Argentina sucedió algo extraño, los temas más comerciales de Los Violadores llegaron a la televisión y a la radio, fueron aceptadas. En cambio, si bien las más belicosas y subtes’ no se popularizaron, la banda se hizo conocida. Por ejemplo, el tema Viejos Patéticos nunca llegó a la TV. Ahora, aquí los punks eran muy vehementes, espantaban a los medios. Hubo mucha actitud, una confrontación muy marcada. Pero también la época del terrorismo perjudicó la escena, la apagó, pues el que protestaba más de la cuenta era tildado de ‘terruco’. Se aprovecharon de eso para vetar a las bandas de rock subterráneo, esto contribuyó a que no puedan dar ese salto.
Pero también había bandas comerciales en los ochentas…
Claro, había bandas pop que llenaban todo espacio. La banda JAS tenía de ambos lados, tenía actitud punk y era a la vez comercial. Pero bandas como Río, Arena Hash, Miki González… ummm, no contribuyeron al rock nacional. Ninguno de nosotros compraría un disco de Pedro Suárez-Vértiz. Arena Hash no me parece un mal grupo, pero no están para mirarlos demasiado. Por un lado, las bandas eran demasiado subtes’ y por el otro muy comerciales. El rock era bien polarizado en ese entonces. Había tanta creatividad desperdiciada. Creemos que la movida rock en el Perú es gracias, básicamente, por los subterráneos, no por lo comercial. Algún día el rock peruano resurgirá.
Por Óscar Flores (oscar.flores@peru21.com)
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