Cada 15 minutos se desprenden piedras y tierra de su casa y esto hace que Jesús Torres Campodónico viva con el corazón en la boca. Cualquier incremento del caudal del río Rímac podría llevarse consigo su esfuerzo de años por construir un hogar para su esposa e hijos.
“Han pasado diez años desde que nos prometieron a todos los vecinos que construirían un dique de protección. Nosotros pagamos arbitrios. Es más, nuestras casas tienen el acta levantada por la Defensoría del Pueblo, Sedapal y el Ministerio de Agricultura para nuestras viviendas”, explica angustiado.
A pesar de las promesas, hoy la mitad de su vivienda se encuentra literalmente en el aire. Junto a su familia, el propietario ha abandonado el inmueble ubicado en la cuadra 21 de la avenida Malecón Checa, en San Juan de Lurigancho, para pasar las noches en un vivero municipal.
“Nosotros estamos muy desesperados en la forma que estamos viviendo. Nosotros somos tres familias, mis dos hijos y sus familias y yo”, señaló Torres Campodónico, dueño de la casa donde aún permanecen algunas de sus pertenencias y que podrían ser arrastrados por el cauce del ‘Río Hablador’.
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