08.MAY Miércoles, 2024
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Jorge Yepes: El solitario hombre que habita detrás del proyector

Es, desde hace cinco años, el proyeccionista de un cine. Calcula haber visto la película Avatar más de 200 veces. Se sabe diálogos enteros de cientos de largometrajes: gajes de su oficio.

PROYECCIÓN. A Jorge le interesa seguir una línea de carrera en lo que hace, profesionalizarse en la parte técnica del cine. (Percy Ramírez)
PROYECCIÓN. A Jorge le interesa seguir una línea de carrera en lo que hace, profesionalizarse en la parte técnica del cine. (Percy Ramírez)

Jorge Yepes entra a la cabina desde donde se proyectan las películas en el cine en el que trabaja y lo invade una sensación de nostalgia. Hasta hace poco tiempo, él operaba las máquinas antiguas de cinematógrafo, las que funcionan con rollos y con las que había que operar todo a mano. “Ahora todo es digital”, dice.

Jorge es el proyeccionista en este cine que se halla en las últimas cuadras de la avenida Benavides. Ahora también es supervisor de las cabinas de proyección y de las salas. En su espacio de trabajo, las máquinas anteriores permanecen al lado izquierdo del lugar, a manera de reliquia. Toda la maquinaria digital y moderna está del otro lado. Él se ha encargado de armarla y aprender al milímetro el nuevo funcionamiento.

Estudió Diseño Publicitario, pero, cuando llegó a este trabajo, se dio cuenta de que el cine le interesaba más de lo que alguna vez se pudo haber imaginado. “La verdad, nunca pensé que el cine me atrajera tanto”. Algunas veces —cuenta— se plantea la idea de estudiar el cine de forma teórica, pero lo que tiene más claro es que quiere especializarse en la parte técnica y hacer en eso una línea de carrera.

La labor de un proyeccionista de cine es bastante solitaria. Se debe pasar más de ocho horas en una cabina, solo. El lugar es oscuro y pequeño. Las máquinas ocupan casi todo el espacio. La única compañía son las películas. Jorge calcula haber visto la cinta Avatar más de 200 veces. También se sabe diálogos completos de cientos de películas y está seguro de que ha aprendido inglés gracias a las filmaciones. Ya lleva casi cinco años en este trabajo.

“El ambiente es lo que me atrapó. El trabajo del proyeccionista implica también bajar a la sala algunas veces a supervisar el sonido y la imagen. Ahí puedes percibir las emociones de la gente con lo que está viendo, y eso me gusta mucho”, cuenta. Jorge dice que una de las veces en donde sintió a la gente más emocionada es en la proyección de la última película de Transformers.

“A veces mis amigos me dicen en mis días de descanso ‘oye, ¿vamos al cine?’, y yo me río. ¡Ya me he visto todas las películas de la cartelera y varias veces!”, bromea. Jorge es probablemente la última persona que abandona el cine en el que trabaja. Debe esperar a que se acabe la última proyección y toda la gente salga de la sala. Eso se extiende hasta la madrugada.

En la cabina de proyección hay dos pequeños espejos colgados de la pared. Le pregunto si eso tiene algún significado o tiene que ver algo con la proyección. Se ríe y exclama: “Ah, tal vez para no sentirnos ahí tan solos”. También existe magia detrás del proyector.

Por: Diana Hidalgo (diana.hidalgo@peru21.com)




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