06.MAY Lunes, 2024
Lima
Última actualización 08:39 pm
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Opinión

“No creo que Castañeda haya hecho una vía estrecha porque ahora resulta que sí le importa la playa, no. Creo que todo parte de su estrechez de corazón”.

Periodista

Suelo escuchar a los limeños horrorizarse por el monumento tal o cual de algunas provincias, obras que agradan a algunas personas y a otras les resultan estéticamente repelentes. Y siempre repito, sin complicarme la vida, que considero que se trata de una cuestión de gustos. Esta vez, en cambio, soy yo la que está en esa disyuntiva. Y sí, lo digo por el malecón de Castañeda. Lo he caminado de noche con mi perro y no me gustó porque el amarillo patito me remite a cosas feas. ¿Problema mío? Me pregunté. Y sí, sin duda lo es. Pero es que voy a esas playas desde que nací. Esa es la playa a la que me llevó mi padre de niña y ahí me metió en las olas desde que usaba pañales, me zambulló en sus espumas blancas, me lanzó desde lo alto a sus aguas cristalinas, me sentó sobre sus piedras soleadas, me enseñó a surfear.

Esa es mi playa, digamos, y la de otros miles de limeños que veranean, disfrutan y cuidan de la Costa Verde. Sin embargo nadie nos consultó qué nos hubiera gustado ver ahí. Yo hubiera optado, para las barandas, por una estructura de plástico reciclado que imita fielmente a la madera, resiste la humedad y permite al usuario sentir y ver algo bonito y muy sólido, flexible y eficiente. Ese material lo he visto en la reserva natural Washington Wetland (humedales) y me gustó bastante, pues era ideal para un lugar como ese, muy similar a los Pantanos de Villa, nuestro ecosistema de costa limeña. La base de cemento, más bien, sí creo que requiere ser muy robusta, porque ese mar no solo irrumpe en sus orillas: también les lanza todas sus piedras. Así es la Costa Verde.

Es una costa llena de piedras y de fuerza. Es una costa rica en especies, que ya ha superado su problema de desagües. Es una costa libre de actividades extractivas y con muy poca circulación de naves a motor, lo cual es bueno para mantener el mar vivo. Veo delfines ahí siempre; hace tres años, los pescadores de Chorrillos vieron pasar a una ballena que viajaba hacia el Polo Sur, y me subí a un bote con mi hija para encontrarla. Hoy dicen los diarios que el piso de concreto va a ser pintado de rojo y no creo que una estructura amarillo patito con rojo sea lo que nuestro mar se merece como zona de amortiguamiento. También dicen los diarios que el ancho de la vía es insuficiente, y esto último puedo entenderlo porque la otra opción era comerse aún más metros de playa de los que ya se devoró el famoso tercer carril. Pero no creo que Castañeda haya hecho una vía estrecha porque ahora resulta que sí le importa la playa, no. Creo que todo parte de su estrechez de corazón.


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