11.NOV Lunes, 2024
Lima
Última actualización 08:39 pm
Clasificados
Opinión

En el Informe Final de la CVR se da cuenta de los testimonios de los deudos de quienes fueron secuestrados durante el periodo 1983-85, y llevados al cuartel Los Cabitos en Huamanga, Ayacucho, de donde nunca salieron, siendo considerados simplemente como “desaparecidos”.

Carlos Tapia,Opina.21
En el Informe Final de la CVR se da cuenta de los testimonios de los deudos de quienes fueron secuestrados durante el periodo 1983-85, y llevados al cuartel Los Cabitos en Huamanga, Ayacucho, de donde nunca salieron, siendo considerados simplemente como “desaparecidos”. Durante los voluntarios testimonios que dieron a la CVR, en el año 2002, los generales Noel, Huamán y Mori, jefes del cuartel durante esos años, negaron tener conocimiento de esos hechos (disciplinado engaño), y que al detener a un sospechoso “antes de las 24 horas” lo entregaban a la Policía o a la Fiscalía, y que esta acusación intentaba desprestigiar al Ejército. La grabación de sus declaraciones se puede buscar en el segundo piso del local de la Defensoría del Pueblo, frente a la Cancillería. Cualquier ciudadano puede tener acceso a ellas con solo presentar su DNI.

Hace ya cinco años que la fiscalía encargada del caso, en el curso de las investigaciones, descubrió 109 restos humanos, amarrados, torturados y asesinados, en varias fosas comunes al interior de dicho cuartel. Y también residuos de un horno que presumiblemente habría sido utilizado para incinerar otros cadáveres. El juicio a los militares responsables de este atroz hecho prosigue en Huamanga; y después de treinta años de lo sucedido, no hay ningún detenido, y ya fallecieron algunos inculpados.

En los últimos días, se presentaron las prendas de vestir con que fueron enterradas las víctimas en una lúgubre y móvil exposición para intentar que algún familiar las reconozca, y así ayudar a su identificación mediante la prueba del ADN. Cuando este tema fue presentado en el programa Cuarto poder de América Televisión, causó un gran remezón en la conciencia ciudadana. Quizá por eso alguna gente desalmada ha atentado contra el monumento El Ojo que Llora, en Jesús María, levantado para rendir homenaje a las víctimas civiles y militares. Salvajada que todos debemos condenar.


Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.