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"Ganar la Tinka me arruinó la vida"

Ha sido prefecto en Arequipa y ahora ocupa la primera vicepresidencia del Parlamento. Arequipeño de pura cepa, defiende el genio de sus coterráneos y su forma de hablar sin medias tintas. Influencias telúricas, afirma.

Foto: Mario Zapata.
Foto: Mario Zapata.

Marco Falconí,Congresista
Autor: Patricia Quispe V.
pquispe@peru21.com

El abogado Marco Falconí lidera el movimiento regional Fuerza Arequipeña y en virtud a una alianza con Perú Posible ocupa hoy la primera vicepresidencia del Congreso. Pocos saben, sin embargo, que detrás de esa imagen metódica y circunspecta se esconde un amante del fútbol y del ajedrez que, a mediados de la década de los 90, ganó el premio mayor de La Tinka. Aquí nos cuenta cómo…

Llegó al Parlamento después de algunos intentos. Luego de lo que ha encontrado, ¿cree que valió la pena tanto esfuerzo?
En la práctica hay congresistas brillantes, muy buenos, excelentes, regulares y también de los otros. El tema es que los partidos no hacen una selección adecuada y pretenden eliminar el voto preferencial, pero solo el 5% o 6 % de electores están inscritos en los partidos. Votan 20 millones, pero 19’400 mil tienen que votar de acuerdo a lo que dicen los partidos.

¿En qué han fallado los partidos?
Se dice que el voto preferencial afecta a los partidos pero ellos están afectados por su propia desorganización. Normalmente solo funcionan en campañas electorales, excepto el Apra, que tiene una actividad especial. A nivel de elecciones regionales y ediles, el 90% y 95% de la representación la tienen los movimientos regionales y municipales y los partidos prácticamente nada. En las elecciones generales, como solo pueden participar los partidos, los movimientos tienen que aliarse. Los movimientos son muy importantes y debieran tener representación nacional.

¿Siempre es usted tan formal y serio como se le aprecia en el Congreso?
En las reuniones sociales y deportivas soy muy alegre, muy informal. Apenas hace unas semanas jugué fútbol con Héctor Chumpitaz, Percy Olivares, el ‘Puma’ Carranza. Fue en la inauguración del Estadio de Camaná. Yo he jugado en todos los puestos, pero ahora que estoy viejito (ríe) soy volante.

También es ajedrecista…
He sido campeón del Colegio Militar Francisco Bolognesi, he sido un ajedrecista fuerte. A Julio Ernesto Granda, siendo ya campeón mundial, fui el único que le ganó la única vez que jugamos oficialmente. Después hemos jugado amistosamente y, evidentemente, me ha ganado. Es un excelente ajedrecista pero hay jugadores que, por nuestro sistema de juego, podemos complicar a otros menos fuertes. (…) La gente cree que los ajedrecistas son nerds.

¿Por qué cree que les atribuyen esa imagen?
Porque el ajedrecista, para ser competitivo, necesariamente tiene que entrenar mucho en la parte intelectual. Un ajedrecista de alta competencia entrena entre 8 y 10 horas en la parte intelectual, pero aparte entrena dos o tres horas diarias físicamente; nada, corre, hace footing, es la única forma de resistir una partida durante tres o cuatro horas. Como van a estudiar creen que son nerds, pero no lo son.

¿Echa por tierra ese mito?
(Ríe) Definitivamente. Son muy lindos, muy laboriosos, muy buena gente, y tienen que ser muy ordenados. Lamentablemente en el país no hay tradición ajedrecista, se apoya muy poco y, sin embargo, el Perú es, a nivel de Latinoamérica, el país más importante en ajedrez. Tenemos a Julio Ernesto Granda que a la fecha, 25 años, es el tablero número uno del Perú, y a los hermanos Cori. Deysi, dos veces campeona mundial en dos categorías, y también Jorge, son un caso muy especial. Tenemos también enanos que desde los seis años son campeones sudamericanos. Se dice que está en los genes, de otra manera no se explica por qué sin ser un deporte masivo ni obligatorio tenemos resultados espectaculares y mejores ajedrecistas que Brasil y Argentina.

¿Qué debería hacer el Estado?
Dentro de la propuesta de educación consideramos que debe ser obligatorio enseñar ajedrez a los niños en la escuela. La razón es sencilla: al igual que las matemáticas, el ajedrez enseña a ser muy lógico, a pensar racionalmente. Cuando tú juegas ajedrez te representa a la vida misma: tienes momentos de alegría, de pena, si perdiste una pieza o estás en una situación complicada, y eso ayuda a que pienses racionalmente.

¿Y ese razonamiento tuvo que ver con que ganara Ud. la Tinka?
Creo que fue una mala racha.

¿Cómo va a considerar mala racha ganar tanto dinero?
Eso fue más o menos en 1996 o 1997, pero yo no sabía qué jugaba en esa época. Un día yo iba a la Corte de Justicia y al pagarle al taxista lo hice con veinte soles y me dio de vuelto puro sencillo. Era un problema y tenía que gastar el dinero porque si no me iba a malograr el bolsillo. Como era muy temprano todas las tiendas estaban cerradas y vi entonces un letrero de la Tinka. Me acerqué y pedí cuatro tinkas pero yo no sabía que era un sorteo…

¿Cómo escogió los números?
Yo recién me enteré ahí que tenía que escoger números. La persona que me los vendió me preguntó si yo quería marcar al azar. “Será pues”, le dije, y cuando regresé a casa mi esposa me preguntó por qué compraba rifas si nunca las verificaba. Le respondí que era por colaborar. Tiempo después llegué al mismo lugar a tomar una gaseosa, tenía el ticket, y cuando se lo mostré a la persona que atendía me dijo: “Ud. ha ganado”. Yo le respondí: “¡Ah, sí!”, pero en realidad no sabía nada…En esa época el premio fue como de S/.220 mil porque a mí me tocó el 50%. Al llegar a casa le digo a mi esposa: “Dame un beso”, y me pregunta: “¿por qué?”. “Es que me sacado la Tinka”, le dije. Yo no sabía nada, pero mi cuñado, que sí era un ludópata y hacía sus claves y registros, afirmó que era cierto. Fue gracioso, a partir de ese día me arruiné…

¿Dice usted que el premio mayor le arruinó la vida?
Sí, porque soy bastante conocido en Arequipa y todo el mundo, desde entonces, tenía “cáncer”, estaba pobre, tenía deudas. No me dejaban entrar a mi casa ni al estudio. Ahí todo se arruinó porque todos los días y durante muchos meses todo el mundo pedía colaboración.

¿O sea que no le quedó nada?
Y aparte, antes de ganar debía poco (dinero), y luego ya debía mucho. (Sonríe) Mi consejo es mejor no sacarse la Tinka. Una vez que te saques la lotería te darás cuenta que es mejor no ganar, aunque parezca mentira.

¿Por qué los arequipeños defienden tanto su territorialidad y son tan apegados a su tierra?
En líneas generales los provincianos somos muy identificados con nuestra tierra. En el caso de Arequipa hay una influencia telúrica, no en vano se nace al pie de un volcán.

De ahí les viene el genio.
(Sonríe) A veces nos afecta la nevada, pero tenemos también la virtud de decir las cosas directas. Los arequipeños son muy trabajadores, muy emprendedores. Aquí en el Congreso hay varios chicos que han sido mis alumnos. Como profesor estoy ya viejito, tengo más de treinta años; he tenido la oportunidad de tener alumnos brillantes, muy buenos, esa es la satisfacción.

¿Cuántos años de casado?
Tengo 27 años de casado.

¿Cómo se dura tanto en esta época en que cada vez hay más separaciones y divorcios?
(Ríe) Es que ahora hay menos masoquistas. Lo importante es cómo son todas las parejas. Aparte del amor, comprensión y diálogo, los hijos son fundamentales porque es lo que amalgama el matrimonio, esa es la clave del éxito.


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