08.MAY Miércoles, 2024
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La Tarumba: Un circo que busca cambiar el mundo

Con 31 años en escena, es una alternativa creativa e integradora de las artes. Nació en la calle y no ha perdido calle. Sigue creciendo y soñando.

Fernando Zevallos es fundador de La Tarumba. No pretende cambiar el mundo, pero a través del arte lo está haciendo.

Llegó el circo y La Tarumba empezó su temporada 2015. Esta vez, la temática gira en torno a una historia de amor que nos transporta al mundo de la comedia del arte italiana, de la mano de acróbatas nacionales e internacionales. Se trata de Zanni. Promete fantasía y mucho sabor a Perú. Conversamos con su fundador y director artístico, Fernando Zevallos, y con Caleb Carinci, entrenador y domador de caballos norteamericano que interpreta el papel del capitán. Vaya y antes no se pierda estas dos historias bajo la carpa.



(Foto: Nancy Dueñas)

SU SUEÑO, EL CIRCO
Uno no nace, sueña y luego se hace. El padre de Fernando Zevallos, fundador de La Tarumba, fue aviador civil y su madre ama de casa. Tiene cinco hermanos, ninguno vinculado al circo. ¿Cómo hizo para gestar La Tarumba?, ¿de dónde vino su sangre circense? Solo soñó con el circo, uno creativo, interesante, integrador y bien peruano (no en el sentido patriotero). Y aunque solo fue un destello de juventud, su sueño también fue cambiar el mundo con el arte.

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Zevallos nació en el Centro de Lima, en el jirón Quilca, a una cuadra de la Av. Alfonso Ugarte, frente al cine Tauro. A pocos metros de su casa, se montaban muchos circos. En el cine se hacían las matinales de rock y hacia la plaza San Martín estaban los espectáculos de una serie de cómicos. Así nació todo. “Felizmente, estuve rodeado de distintas áreas del arte”, nos dice.

Esa gente que trabajaba en los circos de los alrededores alquilaba cuartos en el barrio. Es más, su casa fue hospedaje de gente de circo, lo cual fue fundamental en Zevallos para ir entrando desde niño a este mundo. “Yo creo que el circo no solo me ha dado una vocación, sino una pasión, unas ganas de vivir para construir algo. Desde niño yo soñaba con tener un circo”, agrega Fernando.

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CAMBIAR EL MUNDO
El circo es también una responsabilidad con los actores y el público. De igual modo, es una responsabilidad con la cultura circense en sí. Le preguntamos: ¿ha cambiado el mundo con el circo? “De joven pensaba que sí, pero fui creciendo y entendí que no es así. Pero el arte enaltece el espíritu y, en la medida que eso sucede, podremos esperar en menor medida aportar algo”, responde.

Tiene 55 años y no para de soñar. “Sueño con un espacio en Pachacamac o en algún lugar del campo donde pueda montar una Tarumba que sea teatro, circo, música y naturaleza. Ver cómo los niños siembran un árbol, y que lo cuiden el tiempo que estén en La Tarumba y que en algún momento –lo que me sucede ahora–, cuando esos niños sean grandes y tengan hijos, vuelvan y les puedan decir a sus hijos ‘ese árbol lo sembré yo’. Un niño que siembra y ve crecer lo que sembró entiende profundamente la responsabilidad que tenemos con este planeta”, asegura. Entonces, sí se puede cambiar el mundo con La Tarumba, retrucamos. “Se puede hacer alguito”, reconoce. Bienvenidos a La Tarumba.


VIVIR EN LOS ESCENARIOS
Su padre es músico y lanza cuchillos; su madre, directora de teatro, y su hermano, músico de teatro. El norteamericano Caleb Carinci, a sus 28 años, ya tiene varios kilómetros recorridos. Viene de la escuela del Cirque du Soleil y ya se ha presentado en Francia, España, Alemania, Bélgica, Holanda, Portugal e Italia. Claro, empezó a los 15 años, aunque vivió sobre los escenarios toda su vida.

Carinci es entrenador y domador de caballos, que son como sus hijos. Los alimenta y los limpia, y en el escenario actúa con ellos. Se llaman Boas y Matera, y viaja con ellos. “Me asusta a veces porque los caballos son animales frágiles y mucho tiempo en el remolque es peligroso para ellos”, nos cuenta.

En Zanni, el nuevo espectáculo de La Tarumba, es el capitán. Un líder militar que puede ser falso o real. Nadie lo sabe, pero que les dice a todos que fue valiente en combate y mató muchos moros… Mejor vaya al espectáculo y conozca a los hermosos caballos de Caleb y, por supuesto, su acto.

Por: Mijail Palacios Yábar (mpalacios@peru21.com)


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