El entrenador de Alemania, Joachim Löw, consiguió cerrar por fin un torneo que lo consagra en la élite del fútbol mundial, después de una década de diseñar y de morir en la orilla al borde de los títulos.
Desde 1996, cuando Alemania consiguió su último gran título en la Eurocopa de Inglaterra, la ‘Mannschaft’ no había ganado nada. Sumaba un recorrido de 18 años por el desierto de los trofeos, viendo levantar a otros los campeonatos más importantes del planeta. Generaciones de futbolistas iban pasando y todas se quedaban en el limite del éxito.
Italia 90 fue el último Mundial en el que los germanos levantaron la Copa Jules Rimet. La sequía comenzaba a ser extrema para un equipo acostumbrado a ganar títulos. Jugaron las finales del Mundial Corea y Japón 2002 y la Eurocopa Austria y Suiza 2008, pero ambas las perdieron*.
Todo comenzó en 2004 con la llegada al banquillo de Jurgen Klinsmann, que se trajo como ayudante a Joachim Löw. Ese año fue el inicio de un trabajo de diez años que ha culminado en Brasil con una victoria en la final del Mundial frente a Argentina.
Todo lo que tocó Löw casi lo convirtió en oro. Primero, como ayudante, alcanzó las semifinales en el Mundial de Alemania. Italia fue el muro que no pudo atravesar. Klinsmann dejó el cargo y él le sustituyó, para afrontar su gran torneo en 2008, cuando llegó a la final de la Eurocopa. Esta vez España fue su verdugo.
En 2010, en el Mundial de Sudáfrica los ‘panzers’ fueron eliminados cuando se cruzaron con España en semifinales. Sin embargo, Löw, que cuando llegó al cargo en 2006 firmó un contrato de dos años, siguió insistiendo. Nunca dejó de intentarlo hasta que lo consiguió.
Había creado un estilo que tenía que consagrar. Sobre todo en la última época, en la que le encumbró a jóvenes con talento mezclados con un puñado de veteranos que iniciaron su andadura con Alemania a la vez que Löw. Todos compitieron con un estilo basado en la velocidad, el toque y la verticalidad. Posesión de balón pero con sentido.
Como reconoció Schweinteiger en la última rueda de prensa antes de la final, Pep Guardiola y Louis Van Gaal influyeron mucho en el estilo alemán. Los dos moldearon al Bayern de Múnich, el equipo base de la ‘Mannschaft’. El primero en 2009, dándole un toque de fútbol holandés. El segundo está en ello, ha exportado el fútbol del Barcelona y lo ha mezclado con el alemán.
La fórmula por fin ha tenido éxito. Ha sido a la quinta intentona. Alemania ha necesitado cinco grandes torneos para concretar un trabajo de años dirigido por un hombre que jamás dejó de creer en él.
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