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Opinión

Según la legislación brasileña, si la campaña electoral de un presidente de la República es financiada con dinero corrupto, su elección debe ser anulada. Ello en cuenta de que Marcelo Odebrecht declaró que él financió la campaña electoral de Dilma Rousseff en 2014, con más de US$50 millones, y un tercio de ese dinero fue como pago por la Medida Provisional 470 que favoreció su empresa en 2009. Joao Santana, el asesor de la campaña de Dilma, refuerza esas declaraciones.

El juicio en el Tribunal Superior Electoral (TSE) está avanzando, su desenlace puede ser en semanas o pocos meses y, con toda esa carga probatoria, no es difícil predecir la conclusión de los jueces respecto al uso de dinero corrupto en la campaña de Dilma.

Sin embargo, existe un dilema de los jueces respecto a lo que ocurriría con Michel Temer. En una interpretación literal de la ley, Temer deberá ser vacado pues fue electo con Dilma, y ella usó dinero corrupto. El problema es que Brasil recién está logrando arreglar el desastre dejado por el PT: crisis económica, déficit fiscal, inflación, corrupción, sistema de pensiones, etc., y vacar a Temer en esa situación es multiplicar los niveles de incertidumbre política y económica.

Si sale Temer, ¿quién será el nuevo presidente de Brasil y qué pasaría con las reformas en proceso? Según la ley, el presidente de la Cámara de Diputados asumiría la presidencia de la República mientras el Congreso elige al nuevo presidente hasta el 2019. Con Lava Jato avanzando, ¿qué coaliciones surgirían en el Congreso?

Los jueces del TSE tienen hoy un problema jurídico con importantes implicaciones políticas. Temer aparenta confianza, pero la incertidumbre sobre la sentencia del TSE es real.


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