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Opinión

El ecólogo tropical Ernesto Ráez anotó en una reciente entrevista con NoticiasSer que “es inaceptable que estemos mal preparados para atender las consecuencias estrictamente predecibles de incremento de lluvias o de sequías prolongadas en la costa peruana; porque (…) son eventos climáticos que sabemos que ocurren hace siglos y que van a ocurrir nuevamente”.

La pregunta ante tamaña verdad es: ¿por qué la de-sidia, la falta de previsión y de voluntad política y ciudadana? La primera respuesta es: porque nadie gana una elección municipal o regional prometiendo este tipo de obras. Esto, por más que luego se pierdan decenas vidas e innumerables bienes.

Una segunda respuesta es que en el Perú está instalada la convicción de que no existen el mediano ni el largo plazo. La palabra ‘planificación’ parece que estuviera maldita. La tragedia es que, como estos fenómenos se presentan cada cierto número de años, nunca están en las prioridades de los gobernantes nacionales y subnacionales. La falta de reflejos es evidente: el gobierno central reaccionó con determinación solo cuando hubo estragos en Lima capital; y la desidia de la municipalidad metropolitana ya es de antología.

El gobierno del presidente Pedro Pablo Kuczynski tiene la enorme oportunidad de revertir la situación. Es necesario escuchar a la gente y ser eficiente. Mostrar que es posible reconstruir en plazos relativamente breves (no como lo que ocurrió después del terremoto de Ica); pero, además, educar e invertir a fondo en prevención.

Y, sí, los Panamericanos deben organizarse en Lima de todas maneras. El deporte es un área central de la educación y del ejemplo ciudadano. Además, ya se ha gastado parte de lo previsto. Y plata, hay: para reconstruir, prevenir y cumplir los compromisos asumidos como país.


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