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Opinión

“El audio de la conversación entre el ministro de Economía y el contralor es bochornoso y escalofriante”.

Lástima que nuestro amigo Juan Javier Salazar –irónico y agudo pintor– ya no esté con nosotros y en medio de esta grave crisis política. Se habría inspirado para alguna creación cercana a su obra “Perú, país del mañana”, donde los presidentes de nuestra historia aparecen diciendo ‘mañana’, cada uno a su manera. O quizá nos hubiera brindado otro otorongo con la forma del mapa del Perú, donde la cola es Chile, reflejo de épocas tensas entre los dos países, hoy afortunadamente superadas.

A menos de un año de gobierno pepekausa, cuya denominación se basa en el nombre del presidente, signo de estos tiempos, hemos pasado por varias turbulencias políticas. El lector juzgará si la de las grabaciones estas es la más estridente y peligrosa. Es preocupante, porque vemos que son pan de cada día. Sería ingenuo no pensar que el chuponeo es nuevamente un deporte del poder de turno. Y, con esto, el regreso o la permanencia en nuestra vida democrática de los servicios de inteligencia. Políticos maniatados por informaciones no santas, presiones, expedientes enteros de cada persona que salen rápidamente según la necesidad del momento.

Independientemente de quién grabó a quién –en el Perú nunca se llega a saber–, el audio de la conversación entre el ministro de Economía y el contralor es bochornoso y escalofriante. El encuentro se realiza antes de que Contraloría cuestione la adenda de Chinchero –ya parece la página 11 de antaño– y de que salga el alud de denuncias al contralor, que ciertamente deben ser investigadas.

El diálogo revela por boca del ministro que el propio presidente condiciona la autorización de aumento presupuestal a la Contraloría a un informe favorable a Chinchero. Esa tenaza existe en toda administración, pero es vergonzoso saberlo tan crudamente. Más aún de un régimen que pregona la lucha contra la corrupción diariamente. La otra piedra en el ojo de la democracia es escuchar al ministro de Economía advirtiéndole al presidente que el proyecto Chinchero “no tiene capital” y que, en su opinión, “está hecho a la medida” de la empresa Kuntur Wasi.

Suficiente para corroborar que se quiso sacar a troche y moche. Esto solo ocurre cuando hay un interés del poder de turno. Tan grande que el ministro cuestiona el contrato, pero le da un informe favorable a la adenda. Igual ocurrió con la Interoceánica Sur. El alboroto nacional es fuerte. A las voces de ‘¡que renuncie el Contralor!’ se suma ‘¡que renuncie el ministro de Economía!’. Viene la interpelación al titular del Interior y, según la voz del contralor, contundentes cuestionamientos a los de Educación y de Vivienda. Al premier no se le escucha. Perú, país de nunca jamás. Donde estés, Juan Javier, un cálido abrazo.


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