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Opinión

“Transformó Lima de una aldea decimonónica a una urbe moderna. En el oncenio se construyeron las avenidas Arequipa, Nicolás de Piérola, Argentina y Venezuela”.

Augusto Leguía gobernó el Perú durante 15 años, más que cualquier otro mandatario republicano. ¿Cuál es su legado?

El primer gobierno de Leguía, entre 1908 y 1912, no fue ni chicha ni limonada. El PBI en dólares constantes creció 3.6% por año en ese período, por debajo del promedio de 4.6% entre 1895 y 1930. Pero el segundo gobierno de Leguía, entre 1919 y 1930, fue uno de extraordinarios aciertos en el campo económico. En efecto, el oncenio fue una etapa de rápido progreso y desarrollo. Según datos del BCR, la economía creció a una tasa promedio anual de 6.5% entre 1922 y 1929. El ingreso per cápita y la productividad del capital y del trabajo se expandieron 5% y 4% por año en el mismo período.

El veloz avance de la economía con Leguía es especialmente meritorio, pues ocurrió en un entorno internacional poco favorable. En 1919, el país enfrentó la caída en los precios de nuestras exportaciones como consecuencia del final de la primera guerra mundial. Y en octubre de 1929, la estrepitosa caída de la bolsa de Nueva York arrastró al mundo a la recesión. El PBI peruano se contrajo más de 10% en 1930. A pesar de todo, Leguía dejó al Perú en 1930 con un PBI más de 50% superior al que tenía en 1919. Además, el Perú creció 1% más que el resto de América Latina durante el oncenio.

La obra pública de Leguía es monumental. Transformó Lima de una aldea decimonónica a una urbe moderna. En el oncenio se construyeron las avenidas Arequipa, Nicolás de Piérola, Argentina y Venezuela, el Palacio de Justicia y el Hotel Bolívar, y se pavimentó gran parte de las vías de la ciudad. Se expandió la provisión de agua y desagüe en Lima y en el interior, y se iniciaron numerosas obras de irrigación. Leguía se esforzó por conectar e integrar al país construyendo más de 18 mil kilómetros de carreteras, aunque a costa de empréstitos que comprometieron la hacienda pública.

Leguía, que había combatido al invasor en la Batalla de Miraflores, cerró la frontera con Chile en 1929, cuando Tacna se reincorporó al seno de la patria. También cerró la frontera con Colombia a través de un controvertido tratado limítrofe.

Leguía fue un dictador que cambió la Constitución a su antojo para reelegirse dos veces. El colapso de la economía mundial llevó a su caída en 1930. El ensañamiento contra Leguía fue infame: se saqueó su residencia, se le encerró en una celda diminuta y no se le brindó tratamiento adecuado para el cáncer que lo aquejaba.

Pero la mezquindad y el odio no sobreviven el paso del tiempo. Augusto Bernardino Leguía es el fundador del Perú moderno.


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