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Opinión

Nos enseñaron a mirar hacia arriba, pero no para mantener la cabeza enhiesta, sino para admirar y seguir el camino de quienes, desde el norte, iniciaron un desarrollo industrial y tecnológico, que hoy –siglos después– parece conducirnos al abismo.

Guillermo Giacosa,opina.21
ggiacosa@peru21.com

Por ello tuvimos poco tiempo para mirarnos entre nosotros, para saber cuántos problemas compartíamos y, sobre todo, para ignorar que juntos éramos potencia.

Ese pensamiento es el que comparten los políticos de la derecha tradicional y al que adhiere fanáticamente lo que el amigo Tafur ha llamado Derecha Bruta y Achorada. Ese desconocimiento de nuestra historia, compartida sin que lo supiéramos, hace que, entre otros desconocimientos, muchos se pregunten por qué hay tan pocas personas de piel negra entre los argentinos. Aprovecharé el bicentenario de la Asamblea (Constituyente) del Año XIII, en lo que luego sería Argentina, para explicarlo. Esa Asamblea, bajo la orientación de la Logia Lautaro que inspiraba el entonces coronel José de San Martín, dio un gran paso hacia la democratización de la sociedad: abolió los títulos de nobleza, puso fin a la Inquisición, prohibió la tortura e hizo quemar sus instrumentos en la plaza pública. Además, suprimió el servicio personal de los indígenas, dio libertad a los hijos de esclavas nacidos en el territorio de las Provincias Unidas y contribuyó con el Himno y el Escudo que serían símbolos de la nueva nación. Los dueños de esclavos tuvieron la precaución de llevar su ‘capital’ a otras tierras. Y la mayoría de los que quedaron pasaron a integrar lo que sería el Regimiento de Pardos y Morenos del Ejército Libertador que llegaría al Perú.


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