Hay amores que tatúan el alma, cuyas huellas son imborrables. Amores que un día cruzaron la acera del frente y nos abandonaron. Amores que siempre aguardamos que regresen con nosotros, pero un día nos enteramos de que se casaron.
Hay quienes piensan que ese suceso es el final de una historia o el comienzo de una esperanza. Sin embargo, otros señalan que el matrimonio –a diferencia de tiempos pasados y más conservadores– no es un impedimento para volver.
Pero, ¿cómo actuar frente a una situación tan difícil como esta? La psicóloga Violeta Alvarado indica que atravesar este problema es parecido al divorcio porque se sella una etapa. Es el epílogo de una esperanza con un tinte legal. Digamos que con documentos y firmas de por medio.
“Hay personas que siempre han estado atadas a un exenamorad@ al que jamás olvidaron y con el que tratan de mantener un vínculo. Pero, cuando saben que hay un documento que rompe ese vínculo para siempre, sufren mucho más”, explica.
RESIGNACIÓN. La especialista resalta que la despedida de una persona implica vivir algunas etapas, como la resignación. Se tiene que aceptar que el vínculo se ha roto; racionalizar que, si la relación no funcionó, hay que dejar partir al exenamorad@, sostiene.
“Se tiende a idealizar a la persona recordando solo los momentos lindos y positivos. Hay una invocación permanente sin saber que, en el fondo, eso va a causar dolor cuando se enteren de que el ‘ex’ se casó con otra persona”, señala Alvarado.
También aconseja acudir a un tratamiento psicoterapéutico para superar el sufrimiento. Recuerden que todo pasa.
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