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Mario Vargas Llosa no elige, a él se le "imponen" los temas de sus obras

Martes 25 de septiembre del 2007 | 12:00

Además, el escritor afirmó que siempre escribe un borrador sin pararse a reflexionar ni corregir, "a vuelapluma", porque sabe que "esa porquería" es "un puro caos, un magma".

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Además, el escritor afirmó que siempre escribe un borrador sin pararse a reflexionar ni corregir, "a vuelapluma", porque sabe que "esa porquería" es "un puro caos, un magma".

El escritor Mario Vargas Llosa no elige los temas de sus novelas ni los de sus obras de teatro, sino que éstos se le "imponen" a él a partir de experiencias vividas, puntos de arranque "generalmente inconscientes" de los que surgen grandes obras como "La fiesta del chivo" o "Travesuras de la niña mala".

El reconocido escritor, que inauguró las actividades culturales del próximo curso de la Fundación Juan March, en Madrid, con el ciclo de conferencias "Poética y narrativa", explicó cómo "algo que por alguna razón desconocida queda almacenado en la memoria" a veces empieza a "generar un fantaseo" que puede terminar en una novela o una obra de teatro.

Tratando de explicar en su conferencia el "profundamente misterioso" proceso de sus obras, el autor de "La ciudad y los perros" confesó que suele tener la sensación de que sólo controla una parte de él y en el resto intervienen "elementos espontáneos e imprevisibles" que no dejan de sorprenderle.

Si aquella fantasía de su memoria perdura e insiste durante un tiempo, Vargas Llosa comienza a tomar notas "tratando de establecer trayectorias" para los futuros personajes, formando así un "esqueleto" de la novela en el que su mayor preocupación reside en el devenir de los protagonistas.

¿Dónde arranca un personaje?, ¿hacia dónde camina?, ¿dónde termina?, son las preguntas a las que trata de contestar antes de comenzar a documentarse y, definitivamente, a escribir, tareas que desarrolla simultáneamente.

La documentación es para él una herramienta "fundamental" que le familiariza con el mundo que va a "inventar", aparte de resultarle muy útil porque constantemente le está "suscitando imágenes e ideas" que incorpora a la novela.

Vargas Llosa, premio Príncipe de Asturias en 1986, escribe siempre un primer borrador sin pararse a reflexionar ni corregir, "a vuelapluma", porque sabe que "esa porquería" es "un puro caos, un magma".

Tras este ensayo de novela en el que siempre siente inseguridad, ésta desaparece y empieza a divertirse "como un loco" porque, lo que realmente le gusta a Mario Vargas Llosa no es escribir, sino "reescribir, editar, corregir, descolocar y recolocar" la novela.

"Una vez que tengo el borrador tengo que fundir la técnica y el tema con lucidez", aseguró el escritor que confiesa que descubrió que "una novela es también una obra de arte, un artificio cuidadosamente elaborado" gracias a la lectura de las obras de William Faulkner.

Pero su lectura definitiva, gracias a la que vislumbró "qué clase de escritor quería ser" fue la de Madamme Bovary, pues le sedujo la teoría de la "palabra justa" de Flaubert.

Vargas Llosa aseguró que sólo termina una novela cuando ve que si no acaba con la historia, la historia acabará con él.

"Si veo que si sigo corrigiendo la voy a estropear más es que yo ya no puedo hacer más por esa historia y decido cortar", un momento doloroso, pues cuando los personajes de una novela terminada se "alejan" de él para irse a lectores, el escritor siente una "sensación de orfandad".

Fuente: EFE