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¿El punk ya está muerto?

Martes 13 de julio del 2010 | 09:45

Una movida social y musical que ya dejó de preguntarse cómo sería el futuro (o si existe).

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Ya no existe más ese lema de ‘Hazlo tú mismo’. Ahora sería, más bien: “Haz cualquier cosa, lo que sea, porque todo vale’. El primero hablaba de una aspiración, de un intento de decir algo a sabiendas de que podría ser censurado o incomprendido; el segundo, de un simple proceso de autoafirmación y rebeldía calculada, un acto narcisista que, mientras más espectacular, mejor considerado.

El primero –el de los años 70 y 80– creía en las experiencias duras, la existencia vital soportada a través de las drogas, el glamour de la decadencia. El segundo, el de los noventas, fue absorbido por un “sistema’ especializado en hacer digerible incluso sus propias negaciones: es música ya no como denuncia, sino como un discurso para pasarla bien y divertirse con espíritu adolescente: la justificación del Woodstock en su lado más superficial.

El primero es el sonido de Ramones, The Clash, Sex Pistols y Buzzcocks. El segundo, de Green Day, The Offspring y Blink 182. El primero es el punk a secas. El segundo, una variante. No su evolución. El punk estaba condenado a volver, no a evolucionar.

MANIOBRAS. ¿Y acaso es mala esta búsqueda del placer acrítico? No tanto si consideramos lo que decía el filósofo Max Horkheimer: “El placer significa no tener que pensar en nada, olvidar el sufrimiento incluso cuando aparece. Es una huida no de la realidad más terrible, sino del último pensamiento de resistencia que nos queda”.

El mismo vocalista de Green Day, Billie Joe Armstrong, también reconoció algo de esto en una entrevista, al hablar de su sonido primigenio en 1989 –cuando comenzó la banda– y lo que sería el Dookie (1994), su álbum más vendido: “Yo no podía regresar a la escena punk, así esta haya sido el más grande éxito en el mundo o el más grande fracaso como movimiento.

Lo único que hice fue treparme a mi bicicleta y seguir adelante”. A partir de ese momento, la simplicidad de los acordes del punk sería más una estrategia para hacer canciones cada vez más pop(ulares). El ruido –el grito, la cólera por el “no-future’– sería lo de menos.

Por eso, lo significativo de que bandas como Green Day vengan al Perú es que nos generen curiosidad por las raíces de la movida. Es cierto, el punk no tenía futuro… salvo que Green Day nos demuestre –en vivo– lo contrario.