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La afición por la Marinera convertida en negocio

Domingo 17 de enero del 2010 | 07:57

Los trajes que confecciona Consuelo Castañeda son muy demandados en el Perú y han llegado a Estados Unidos.

Los triunfos de su hija Graciela han impulsado el crecimiento de la empresa de Consuelo. (Luis Puell)
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Por Luis Puell Zapata

Consuelo Castañeda Acosta nunca imaginó que la afición de su hija por la marinera la convertiría en una próspera empresaria dedicada a la confección del vestuario para esta tradicional danza norteña.

El primer traje que elaboró fue para su hija Graciela, que participó en el Concurso Nacional de la Marinera en 1991, donde obtuvo el primer lugar en la categoría infantil.

DE CASUALIDAD. “Antes de dedicarme a este negocio, diseñaba ropa de vestir, pero cuando mi hija quiso concursar, decidí hacerle su falda y su camisón. Las madres de sus compañeras quedaron encantadas con el bordado y comenzaron a pedirme que también les confeccione sus vestidos. Pasaron la voz y empezaron a llamarme personas desconocidas para hacerme pedidos”, recuerda emocionada Consuelo.

En 1997, Graciela participó nuevamente en el concurso y logró imponerse en la final, obteniendo el primer lugar en la categoría junior. Las ventas de Confecciones Chelita –que es como bautizó a su empresa, en honor a su hija– crecieron aún más, a pesar de la competencia fuerte que hay en Trujillo en el negocio de la confección del tradicional traje.

“No es una vestimenta que se elabore diariamente, pero como el concurso se desarrolla durante todo el año, siempre me buscan”, comenta la emprendedora.
El boom de las academias de Marinera también ha contribuido a que el negocio de los trajes crezca. “Cada vez más personas desean bailar y participar del tradicional concurso”, afirma.

A LA CONQUISTA DE EE.UU. En el 2002, el talento de Graciela le permite obtener otra presea. Esta vez en la categoría Juvenil y viaja a San Francisco, en Estados Unidos, para participar de un nuevo concurso. En ese certamen obtuvo el primer lugar y se convirtió así en la gran vitrina que su madre necesitaba para llevar sus trajes fuera del país, donde actualmente tiene una importante demanda. Los mayores pedidos provienen de California, Miami y San Francisco.

NEGOCIO FAMILIAR. Confecciones Chelita es una empresa que se sostiene con la participación de toda la familia. “Uno de mis hijos me ayuda a coser a máquina. Mi hija de 15 años borda, mi otro hijo hace los diseños en computadora. Yo los materializo”, dice orgullosa.

El Concurso de la Marinera se realiza todos los años, los últimos días de enero, en Trujillo. El Ministerio de Comercio Exterior y Turismo estima que 25 mil turistas llegan a la ciudad para ver a los cerca de 1,000 competidores de este evento. El comercio por esta fecha puede mover cerca de US$3.5 millones.