Por Daniel Yovera / Luis Puell
Testimonio reservado Nº 27:
Al señalado como delincuente Carlos Iván Esquivel Mendoza (26), los efectivos del Escuadrón de Emergencias de la Policía de Trujillo lo buscaron en su casa, lo subieron al techo de la misma y desde allí lo arrojaron a la calle. Luego, lo subieron a una camioneta y se lo llevaron. Horas más tarde, lo reportaron como muerto. El protocolo de autopsia ordenado por la Fiscalía arrojó seis impactos de bala, uno de ellos en la cabeza y dos en el tórax. En ambas zonas, le dispararon por la espalda.
Testimonio reservado Nº 22:
Seis camionetas policiales llegaron a la cuadra 1 del pasaje San Luis, El Porvenir, en Trujillo. Varios efectivos ingresaron a la casa del sospechoso Víctor Alexander Enríquez Lozano (23), rompieron los vidrios de las puertas y las ventanas, lo sacaron de allí y lo subieron a una camioneta policial. Al día siguiente, la autopsia concluyó que le dispararon cinco veces. De esos impactos, un balazo fue directo a la cabeza, desde atrás hacia delante.
Testimonio reservado Nº 41:
En los momentos en que la Policía arremetía contra Esquivel y Enríquez, Carlos Iván Mariños Ávila (19) se cruzó con el mismo escuadrón. Detuvo su motocicleta para darle pase al convoy de vehículos, pero algunos policías bajaron de sus camionetas, lo detuvieron, le pidieron sus documentos y se lo llevaron. La autopsia a su cadáver ordenada por la Fiscalía determinó que murió por un impacto de bala en la cabeza y otro en el tórax. En ambos casos, quien le disparó estaba detrás de él.
TESTIGOS CLAVES. Los relatos ofrecidos corresponden a algunos de los testigos que, de manera reservada y anónima, ofrecieron su testimonio ante la Segunda Fiscalía Provincial Penal de Trujillo, que investiga las presuntas ejecuciones extrajudiciales efectuadas, de acuerdo con la denuncia de esta instancia, por un equipo de diez policías del Escuadrón de Emergencias de esa ciudad, que ha sido bautizado como “El escuadrón de la muerte”.
Perú.21 tuvo acceso a la acusación fiscal, a los testimonios reservados y a los protocolos de autopsia de los cuatro sujetos de quienes la Policía trujillana sospechaba que eran delincuentes y, por ello, los capturó la noche del 27 de octubre de 2007 durante las acciones que se han denominado “El Megaoperativo”. Los cuatro casos se han convertido en una pesadilla para el ministro del Interior, Octavio Salazar.
Y no es para menos. Una lectura de los documentos del expediente judicial permite apreciar que la modalidad de los cuatro asesinatos guardan semejanza entre sí y tendrían una misma modalidad. A todos les dispararon de manera sistemática en la cabeza y en el tórax. A tres de ellos, además, en los muslos.
La hipótesis del Ministerio Público –que los homicidios fueron estructurados por personal policial jerárquicamente organizado– se refuerza por la crudeza de algunos relatos de quienes presenciaron cómo se llevaron a los tres sospechosos mencionados, así como a Ronald Javier Reyes Saavedra (25), y por la contundencia de las autopsias. Como se sabe, los diez efectivos policiales son el ahora coronel Elidio Espinoza Quispe, el alférez José Monge Balta, y lo suboficiales Wilson de la Cruz Castañeda, Marco Quispe Gonzales, Néstor Castro Ríos, Hugo Villar Chalán, Abel Salazar Ruiz y Manuel Villanueva Fermín.
ABUSOS. “Había varios policías vestidos como “cachacos’, otros con boinas rojas”, dice uno de los testigos; otro señala: “parecían locos… cuando me acerqué para preguntar qué pasaba, con malas palabras me dijeron que me retire”. Un tercero recuerda: “vi que una persona estaba en la tolva de una de las camionetas, trató de levantar la cabeza y empezaron a meterle “cachazos’ y a patearlo“. Según la Policía, los cuatro sospechosos murieron tras un enfrentamiento. Todo indica, empero, que murieron de otra forma y que se está ocultando la verdad.